CRONICA DE PRIMERA MANO: LIBERTAD YA VERSUS OTEGUI Eran las 7:20 de la tarde cuando conseguí llegar a la concentración convocada por Libertad Ya. Allí estaban, desde hacía ya un rato, Salvador Ulayar y Carlos Salvador con otros miembros de la plataforma ciudadana. Más tarde llegó Eradio Ezpeleta. Otegui, un señor de Gipuzkoa, venía a decirnos a los Navarros lo que tenemos que hacer, junto a un tal Mcguiness, un señor irlandés, que estará contento de que el IRA se haya convertido en la Cosa Nostra norirlandesa, gracias a las cesiones de un gobierno inglés que no es ni la mitad de complaciente que el de Zapatero. Los protestantes son la camorra norirlandesa. Todo muy pacificado. El señor Irlandés, por cierto, no lee a Shakespeare. Esta terrible laguna literaria puede deberse a dos razones: una, que sea semi-analfabeto, la otra, que al ser el gran dramaturgo un inglés, no quiera leerlo el irlandés. En cualquier caso, como Otegui tampoco lo lee, ninguno de los dos se ha enterado de que cuando Shakespeare ambienta una de sus obras en un pequeño, soñado y paradisiaco Reino de Navarra, no cita para nada a Euskalherria. Ni siquiera cita a Bilbao, vaya por Dios. Es decir, que ya entonces, todo el mundo medianamente culto sabía muy bien que Navarra no es Euskalherria. Y también sabían quienes son los que valen, con perdón. Así que, Mcguiness se equivocó en sus declaraciones: ayer no estuvo en Euskalherria, sino en el pequeño y shakespeariano Reino de Navarra. Es un problema de cultura, comprensible en un irlandés de esos. El caso es que el conferenciante se retrasó, y mientras tanto, los allí presentes nos dedicamos a la agradable tarea de intercambiar los habituales gritos: «Otegui, macarra, vete de Navarra», «Asesino, Asesino» y otras lindezas, mientras ellos cantaban»Independentzia» y «Vamos a quemar el Opus Dei», «vosotros, fascistas, sois los terroristas». Lo de «vamos a quemar el Opus Dei», muy prometedor para la paz. En un momento dado, se pusieron nerviosos y nos quisieron amedrentar amagando una agresión. Pero no retrocedimos, así que nos tiraron objetos -a mí papeles arrugados – y hubo un pequeño rifirrafe. A la de al lado le rompieron el asa del bolso. También insultaron al jefe de la policía municipal. Un barbas muy feo al que yo no conocía me dijo algo así como que se quedaba con mi cara. Hay que reconocer que Carlos Salvador intentó hacernos callar, pero también hay que reconocer que, como bien dice Pepiño Blanco, es que necesitamos un desahogo, y como UPN no nos da manifestación, no nos dio la gana de callarnos. Cuando llegó Otegui, yo no me enteré, porque entró por un lateral. Pero parece ser que mucha gente se lanzó a abuchearlo. Fue rápido, yo no alcancé a verlo. Tampoco tenía ganas, la verdad, para lo que había que ver… En definitiva, nada especial, salvo que volvemos a los años 80 otra vez, y que todavía queda gente valiente que no le va a dar el gusto a Otegui de venir a pavonearse a Navarra como si fuera su finca. Un testigo presencial