A largo plazo, este es el debate. A alumnos de catorce años les explicaba yo hace unos días que en España hubo una guerra civil desde 1936 hasta 1939. No lo sabían porque nadie les había explicado nada, porque de la historia sólo se ha hecho un cotilleo barato digno de la memoria histórica, pero en la sociedad no se habla de historia porque, sencillamente, se desconoce. Hace ya años algunas voces se alzaron ante la desmembración que iba a suponer, por ejemplo, la cesión de las competencias educativas a las autonomías. España está preparada para ser un país débil, porque sus nuevas generaciones la desconocen, y no se puede amar lo desconocido.
Llevamos demasiado tiempo pensando que hablar de España está mal visto, porque una minoría la odia, o la identifica con sus fantasmas, que acaso no sea lo mismo. No deberíamos tener miedo de decir que Navarra hoy es mucho más que ese viejo reino que idealizamos; olvidamos que fue un reino cristiano más entre los que -como decía el maestro Antonio Domínguez Ortiz-, formaban una España que estuvo basculando entre el Islam y Europa, hasta que esta última la integró de nuevo en su órbita.
Tal vez sólo con una crisis económica galopante se añoraría una unión que hace la fuerza. “Tu voz en Madrid”, ya lo sé, es una respuesta al nacionalismo vasco, pero es que suena a nacionalismo, aunque lo diga Rajoy, que es el líder con más cabeza y templanza, lo cual es fácil frente a un presidente que mientras dice PÁtriotismo levanta el brazo y se le angulan las cejas. Pero que no quede duda por parte del abajo firmante: Rajoy parece ser mucho más que un señor correcto cuya cultura general supera a Rodríguez Zapatero. Por eso él sabe muy bien que el melón que se abre es difícil de cerrar.