Transparencia, debate y lealtad

 

Los trapos sucios familiares se lavan dentro de casa. Estoy en profundo desacuerdo cuando este adagio se aplica a los partidos políticos. Los trapos sucios de los partidos deben ser limpiados con firmeza, sin temor, con prontitud y a la vista de todo el mundo En especial en estos tiempos de desapego, desafecto, desconfianza y recelo ciudadano hacia los partidos, sus objetivos y sus dirigentes. Nos va en ello la salud del sistema democrático. Para recovecos, oscuridades, intrigas, vericuetos, hay otros sistemas de gobierno más eficaces en estas impropias tareas de una democracia sana al servicio del ciudadano. Si un partido tiene miedo a que se vean sus interioridades es un síntoma claro de que ha quedado al margen de los intereses ciudadanos.

No procede dar una larga cambiada al ciudadano que se interesa por la salud del partido con un “mi familia bien, muchas gracias”. Los partidos no son la familia de los afiliados o simpatizantes. Tampoco son un club privado, una sociedad, una asociación particular de intereses. Si así fuera, tendría sentido cerrar la visión de sus interioridades a la mirada indiscreta de los curiosos. Los partidos políticos no sólo deben abrir las ventanas a los vientos de los ciudadanos, sino que no deben tener ventanas, paredes, tabiques ni puertas.

Los partidos son instituciones de interés público a los que se les da el mandato constitucional de expresar el pluralismo político, concurrir a la formación y manifestación de la voluntad popular y ser instrumento fundamental para la participación política. En caso contrario se transforman con gran facilidad en grupos espurios de presión, de intereses particulares, maquinarias de alcanzar y conservar el poder y, ya se sabe, tal como dijo Acton, el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.

Los partidos deben ser completamente transparentes. La transparencia, cualidad a la que los partidos se resisten para no mostrar sus vergüenzas, no sólo se debe aplicar a la contabilidad, uso de los recursos públicos afectados al funcionamiento de los partidos o patrimonio de sus dirigentes. Se tiene que aplicar también a las actitudes democráticas internas, los intereses de los dirigentes, las posturas ideológicas de las diferentes sensibilidades políticas que pueden estar acogidas en ellos. Eso requiere un debate interno intenso, en el escaparate, ante el ciudadano, con luz y taquígrafos, no bajo el celemín, mal entendido de la uniformidad en las opiniones. Ahora que estamos en período preelectoral, el ciudadano tiene derecho a conocer las interioridades de la designación de candidatos, los motivos por los que son designados unos y preteridos otros. También a participar de algún modo en la redacción de los programas.

Sin razón suficiente se ha hecho de la unión un valor por encima del debate porque hay quien opina que el debate es motivo de fragmentación, de desunión. Nada más lejos de la realidad. El peligro de rotura o división surge, precisamente, con la imposibilidad de confrontar pareceres que integran ideas distintas y enriquecen los discursos y programas; con la ausencia de disputas que permiten descubrir errores, lagunas, deficiencias, intereses particulares, grupos clientelares dentro del partido, alejamientos de los intereses ciudadanos. Estoy convencido de que la corrupción ha penetrado en los partidos por la falta de debate, de confrontación, por la uniformidad de pensamiento, de uso hegemónico de poder.

Donde todos piensan igual nadie piensa mucho, dijo Lippmann. Es oportuno “pensar fuera de la caja”, tan sólo se requiere desinterés personal y lealtad en el planteamiento y a la institución. Resulta paradójico que se tenga miedo al debate, que se anatemice al que discrepa, al que demanda un debate leal. El ciudadano tiene derecho a conocer, sólo así superará su desafección y desconfianza políticas.

 

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CLAVES EN OPINIÓN

2 respuestas

  1. Pues habiendo habido un congreso hace 15 meses radiado y televisado da la sensación de que esto es una rabieta de mal perdedor, que ha perdido mucho, mucho, mucho…

    Pero, nada, aireen, aireen… Y ya de paso… ¿por qué no nos airean lo que pasó en la Caja? ¿Aireamos las «listas negras»? ¿Y los informes de los espías? ¿Y los seguimientos?

    Quinto levanta, tira de la manta.

  2. UPN hablando de «transparencia»? Hablando de «lealtad»? Hablando de «debate»?
    Transparencia: Autovía del Camino y pago en la sombra, circuito de Los Arcos, polideportivo Arena o como se llame, CAN, etc.etc.etc.
    Lealtad y debate: congreso hace un año y ahora como leales renegamos de Yolanda y debatimos que no sirve el debate del congreso.
    Haceroslo mirar, es de libro lo vuestro.

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