Confieso que fui una de las que me creí que el Navarra Arena era innecesario, que estaba sobredimensionado, que había sufrido sospechosas desviaciones presupuestarias y que incluso mantenerlo cerrado nos costaba carísimo. ¡Mira que tengo claro que el abertzalismo se ha opuesto a todas las obras publicas de Navarra que pusieran a nuestra Comunidad en primera línea competitiva! Pero de tanto repetir las mentiras, acabas sospechando algo.
Estos días hemos oído y leído a responsables políticos, técnicos, deportivos, culturales y ciudadanos de a pie defender su necesidad, su cuidada planificación basándose en proyectos similares exitosos, su modernidad e innovaciones, su polivalencia, su estética y cómo abre las puertas a que contemos con espectáculos del máximo interés deportivo y cultural. ¡Claro, eso es lo que les dolía!
Pero no dejo de hacerme una pregunta ¿Por qué todo esto no nos lo dijeron antes? ¿Por qué esos políticos y técnicos no salieron al paso de tanta insidia? Tengamos coraje todos saliendo al paso de las falsedades. Yo la primera.