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Cuando superemos la crisis económica, aunque todo apunta que todavia tardaremos bastante, las otras crisis seguirán y sólo las superaremos si practicamos los valores de nuestra civilización. La civilización occidental nunca la debemos dar por supuesta. Lo que nos hace falta es tener la valentía necesaria para fortalecer nuestros valores, para confrontarlos con esos otros contravalores: hedonismo, materialismo, relativismo ético, sexualidad como objeto. Occidente, es el resultado de la fusión de la cultura greco-latina, junto a la tradición judeo-cristiana, con la aportación de la ilustración y de la modernidad, todos han sido inspiradores de sus valores -libertad, igualdad, tolerancia, democracia, Estado de Derecho, distinción del bien del mal y perseguir el bien común- de los que nos sentimos muy orgullosos.
Estos valores son los principios inspiradores tanto de nuestras instituciones como de las normas de convivencia. Está bien respetar la diversidad, pero ello no nos obliga a cambiar –instituciones y normas- para que en ellas se integren los emigrantes. Nuestro sistema funcionara si todos los respetamos, en la vida personal y colectiva. Necesitamos fortalecer nuestra cultura occidental para dialogar ante el multiculturalismo, el indigenismo y la necesaria solidaridad con otros pueblos.
El descontento ha sido a lo largo de la historia una poderosa fuerza de cambio, ha tardado en aparecer, pero es todo un buen sintoma el primer 15M. Si a pesar de la grave situación ésta no ha estallado, es porque todavía entre nuestra gente hay muy buenos valores interiorizados, empezando por que la familia mantiene una buena salud con fuertes vínculos asistenciales, siguiendo por que hay una gran cantidad de ciudadanos subsidiados y una importante cuota de trabajo no oficial. Si miramos los números vemos un resultado inesperado: tan sólo el 54% de los trabajadores no funcionarios navarros trabaja para sostener a la casi otra mitad (46%) de funcionarios, parados y pensionistas, nuestras cuentas públicas muestran una gran debilidad, la pirámide poblacional cada vez es más problemática, y no se podrá mantener a tantos subsidiados, con tan pocos trabajando.
Hoy en España han arraigado las clases medias, que en otras épocas eran garantía de moderación. Es en las clases medias donde aparece una mayor indignación debido a su fuerte proletarización a causa de la crisis económica. Las grandes fortunas y los fuertes grupos económicos están bien amparados desde los círculos de poder. Hoy nos manda una nueva clase que es una mezcla de gentes de las finanzas, de la empresa, de la política y de la prensa, que imponen sus posiciones al resto de la población. Apoyan la hegemonía de la economía sobre la política, y sus ideas aunque no son mayoritarias se mantienen sin un discurso alternativo. No sé si el surgimiento de movimientos como el primer 15 M, ayudará a articularlo.
La izquierda renunció hace mucho tiempo a atacar al sistema capitalista, dejando en paz al dinero se centró en abogar por sus ideas, intentando cambiar las costumbres. Los poderosos no han dejado de respaldar estas nuevas tendencias, les encanta pasar por progresistas, y tener el poder político a su favor -hoy el 39% del PIB lo controlan los políticos de turno debido al gigantismo de la administración- y ¡todos quieren su parte del pastel! Mande quién mandea se adaptan a la situación.
El cansancio de los ciudadanos con la vida política actual, es generalizado. Soportamos mal a tanto político cabreado, en continua confrontación que no contribuyen a solucionar los problemas reales. Han convertido la política en una cuestión de mediocres, donde se pierde la objetividad y la capacidad de evaluar las cosas más evidentes. Mientras la clase política siga en su burbuja, ajena a la tensión de la ciudadanía, no hay solución. Hay que tomar medidas urgentes, la situación es muy grave, hay que reducir el gasto público en todos los niveles de la administración, los políticos dando ejemplo en primer lugar, hay que acometer la reformas pendientes.
Esto sólo se facilitará cuando el PSOE pase a la oposición, se reoriente y abandone el zapaterismo, y cuando el PP recupere el poder central y esté menos acomplejado por ser de derechas, y los dos juntos busquen una salidas sensatas, restablezcan consensos básicos, que cimienten la presencia de España como nación en el mundo. Hay que volver al dominio de la razón y la cordialidad en el espacio público. ¡Muchos estamos hartos de ser gobernados por personas simplemente incompetentes! Podemos concluir que no es el modelo el que falla, sino que es la política la que no está a la altura de lo que necesitamos la ciudadanía.