Contra el pronóstico de buena parte de los sondeos electorales de los últimos meses, muchos españoles vivimos, en la noche de ayer, día 23, unos momentos nefastos y amargos, por cuanto y en tanto nos preocupamos por el futuro de nuestro país.
A medida que avanzaba el escrutinio electoral se podía observar que el bloque frentepopulista u «opción de Frankestein» resistía. Sí, pese a que el PSOE, que mejoró su representación ligeramente (dos escaños), dejaba de ser la opción más votada (el PP consiguió cuarenta y siete diputados más).
La suma del bloque de la derecha sociológica, compuesta por PP y VOX, se queda considerablemente lejos de la mayoría absoluta. Es más, debido a la existencia del segundo, será imposible intentar convencer a agentes políticos como el Partido Nacionalista Vasco, que no deja de tener sus afinidades con el ideario del candidato «pepero» Núñez Feijóo.
Ergo, salvo repetición electoral que bloquee un mal gobierno, España se ve abocada a unos cuatro años (como máximo) de avances en la erosión de libertades concretas, la destrucción económica y social, y la usurpación de distintas instituciones (judiciales, arbitrales, consultivas, televisivas, etc.), con pagos más altos de peajes a izquierdistas nacionalistas.
Ante ello, quizá, sea conveniente, para este análisis, que hablemos sobre ciertas cosas que han ocurrido y podrían ocurrir.
Torpeza de la derecha en bloque
Salvo que haya habido escenarios de fraude debidos a la manipulación de los datos del software electoral o a las irregularidades del servicio postal (por cuanto y en tanto depende del PSOE, que ya tuvo precedentes en 1936 y puede verse inspirado por las Américas: Partido Demócrata y agentes concretos del Foro de Sao Paulo).
No me atrevo a negar, con todos mis respetos, que ha habido gente de derechas que no se ha movilizado lo suficiente (de hecho, en algunos graneros clave de voto «pepero» como Madrid y Andalucía, fueron mejores los resultados que directamente afectaban a Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso).
Pero muchos se han tragado la trampa del «voto útil», siendo esa la razón por la que VOX, a diferencia del PP, ha perdido escaños. Salvo las disputas económicas que han perjudicado a la parte menos favorable al intervencionismo estatal, uno ya sabía lo que VOX defendía (de hecho, se piensa más en el partido por la batalla cultural que por el suelo liberalizado).
Se estaría dando también algo anómalo en Europa, ya que en otros países occidentales, ante problemas de ecosocialismo anti-agrícola y de multiculturalidad problemática, los supuestos partidos de «derecha anti-establishment» se fortalecen. Es el caso de Italia, Francia, Flandes, Finlandia, Suecia y Alemania.
En cualquier caso, tanto PP como VOX han de hacer autocrítica. El primero ha de dejar de ser servil a la izquierda (y sí, yo valoraría dar paso a una persona con mayor capacidad de hacer frente dialéctico al social-comunismo, como sería Isabel Díaz Ayuso, pese a ciertos defectos en cuestiones de ética y batalla cultural).
El segundo tendrá que revisar su estrategia para que resista más a las tentaciones del voto útil y sea visto como un agente clave, dispuesto a bloquear cualquier cosa que no sea la reversión de las normas contrarias a la vida, la familia, la tradición, el mercado y la libertad en todos sus sentidos (aunque no sea contrarrevolucionario, es el partido más favorable a la contrarrevolución).
Ahora bien, no todo ha de depender de los partidos. La derecha sociológica ha de movilizarse más y ser consciente del papel que pueden y han de tener los movimientos asociativos y no partitocráticos. Ningún cambio tendrá solidez largoplacista si no se sustenta desde abajo, en base a un grassroots.
Como hace la izquierda, junto a ese público obnubilado por las limosnas del Estado, la derecha ha de tratar de influir en la red de redes, en los medios de comunicación, en el espacio empresarial, en la barra del bar y en la Academia para contribuir a ayudar a la gente a acercarse a la Verdad natural.
La batalla espiritual y cultural así como una mayor formación económica son aspectos trascendentales que podrían determinar nuestro futuro para bien, por cuanto y en tanto, pese a estos renglones torcidos, el Bien no ha sido derrotado, el Mal no tiene el triunfo absoluto de la eternidad.
Bomba en concepto de «crisis económica» difícil de sofocar
Pese a que el compromiso con la Agenda 2030 y el Gran Reseteo hacen de Sánchez una persona muy querida en los entornos de la Open Society de Soros y el eurocomunismo soviético de Bruselas, las fiestas de bonanza, sensibilidad y anti-austericidio podrían acabarse muy pronto.
Los tipos de interés no dejan de subir por cuanto y en tanto la inflación (que no solo se traduce en costes de inmuebles, sino también de alimentos y otros productos básicos) no consigue detenerse y empezar a descender. Esto eleva los intereses financieros intrínsecos a cualquier préstamo de deuda (el valor actual permite declarar a España en suspensión de pagos).
Ergo, tras seguir endeudando a los españoles y liquidando su poder adquisitivo por medio de mayores subidas fiscales, puede que, en algún momento, la bomba explote y se presione a Sánchez para que aplique una serie de recortes de gasto que desgastarían al mandatario, como ocurrió en Grecia con Tsipras, visto otrora como «una brisa de cambio» para Europa.
De hecho, se momento se avecinan otras crisis. No me refiero al progresivo descubrimiento del engaño de los «fijos discontinuos» ni a la mala consolidación del desempleo juvenil. El mercado inmobiliario está a las puertas de un desplome considerable debido a la caída de la demanda de hipotecas.
La sociedad abierta, en peligro
La sociedad abierta, que no tiene nada que ver con el relativismo que pregonan, sino con las libertades concretas conforme al derecho divino, el orden moral y el orden espontáneo, está en peligro. Como tal, no verá ningún beneficio (solamente se seguirá instrumentalizando a minorías colectivas, tratadas como rehenes colectivistas de causa).
Seguirá habiendo un considerable avance del proceso revolucionario, en lo cultural y en lo económico. Hay motivos para preocuparse pero, insisto, es clave para reaccionar desde abajo como es debido, sin fomentar que se siga pidiendo perdón por existir. Recuerdo que Cristo venció, vence y vencerá.
Un comentario
Sin entrar en numerologías, caben dos opciones: o un gobierno de PP con manos libres para hacer cambios que son imperiosos si queremos seguir siendo viables… o que el sanchismo sea el gestor de su propio desastre social y económico, y los demás a los refugios nucleares.
No descarten que UPN entregue su diputado a Sanchinflas para conseguir cogobernar con el PSOE en Navarra.