Era noticia la semana pasada que, tras un mes al frente del gobierno de España, Pedro Sánchez había logrado la toma de control de Radio-Televisión Española (RTVE), gracias a la extrema izquierda de PODEMOS y los partidos del bloque golpista nacional-catalanista que le apoyaron.
De los 10 vocales que compondrán la mesa del Consejo de Administración de la misma, cinco pertenecen a la formación de Pablo Iglesias (por ende, estos controlarán el ente), cuatro al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y uno al Partido Nacionalista Vasco (PNV).
Esta combinación permite evidenciar que ahora, la radiotelevisión estatal española está en manos de simpatizantes de Nicolás Maduro y nostálgicos de la extinta Unión Soviética, aparte de dar oportunidades de cooperación a otros enemigos de la Nación Española y corroborar que para nada el ejecutivo de Sánchez dio alguna vez razones para la ingenuidad.
Se acabarán, por supuesto, las protestas de los «viernes negros» en pos de una televisión «pública, de calidad y plural». Pero tampoco hacía falta esperar para darse cuenta de que esos movimientos eran simplemente una manera de protestar contra el Partido Popular (PP) porque sí, contra quienes nada hicieron para contrarrestar hegemonía izquierdista alguna.
De por sí, un medio de comunicación estatal o subvencionado por los burócratas de turno nunca podrá dejar de vulnerar la libertad de información. Siempre serán medios serviles al poder político y a quienes lo ostenten en ese momento, financiados por el contribuyente, en contra de su voluntad, gobierne quien gobierne. La imparcialidad transversal es imposible, y su proposición es bien demagoga o falaz.
Ahora bien, sabemos que comunistas y nacionalistas siempre tratan de actuar conforme a su más absoluto desprecio hacia la libertad y que requieren manipular a las masas y consolidar mecanismos para divulgar sus tesis de adoctrinamiento, tergiversación o meras loas en favor de ellos mismos y de su entorno.
Puestos a poner ejemplos, recordemos que ya hablan de «presos políticos» para referirse a aquellos que están encarcelados por su implicación en el golpe de Estado nacional-catalanista, en favor de la secesión de dicha región de España. Igual pronto blanquean a Maduro y Castro, o empiezan a enunciar que Navarra forma parte de la falacia histórico-conceptual de Euskal Herria.
Pero, volviendo a lo del previo párrafo, el caso es que para alcanzar esos fines de manipulación e ingeniería social, se necesita de medios estatales para poder ejercerlo. Hablamos de una modalidad más de socialismo, algo siempre entendido como la planificación centralizada sobre conceptos subordinados: en este caso, las mentes de los ciudadanos.
Por lo tanto, la contraargumentación no debe de basarse en un anhelo de una radiotelevisión pública controlada por conservadores y verdaderos patriotas. No hay mejor televisión estatal que la que no exista. Así se evita también el control de la misma por parte de enemigos de la libertad como los comunistas y los nacionalistas.
No obstante, no nos guía el utilitarismo en Navarra Confidencial, puesto que creemos que lo más justo es que en el sector privado haya varias ofertas de radio-televisión y el ciudadano elija la que más satisfactoria e interesante, sin tener que financiar coactivamente algo ajeno a sus intereses, sus convicciones religiosas o su ideario político.
Una vez dicho todo esto, tanto por cuestiones de justicia y moral conforme a una perspectiva pro libertatem y antitotalitaria, lo mejor es que no exista ningún medio de comunicación bajo control estatal. Así también obstaculizamos el ansia dirigista de los enemigos de la libertad.
