Servidor ha vivido la represión de un estado de facto, como tantos otros de mi generación. Participe en muchas manifestaciones de estudiantes en los años de la dictadura, en España. Y he corrido perseguido por los grises en más de una ocasión. He tenido amigos detenidos en calabozos de la Policía Nacional y que fueron sometidos a contundentes interrogatorios. También, asistí, de joven, a la primavera del Mayo Frances.
Aquellas actuaciones, aun siendo traumáticas, eran inherentes a mi época. Una época, en la que luchar contra la represión traía consecuencias violentas. Una época en la que actuar con libertad era perseguido con vehemencia por el poder instaurado. Poder que, para nada, deseaba su propia desaparición y entrega.
Tras aquellas actuaciones, que nos dejaban algunos dolores musculares, fracturas y moratones, salíamos, no obstante, imbuidos de romántica satisfacción por haber hecho lo correcto. En este sentido recolectábamos reconocimiento social y abundantes dadivas morales de entre nuestros conciudadanos. Conciudadanos, muy críticos, que concedían a los argumentos de la prensa -“Oficial del Movimiento”- cero de credibilidad.
Gracias a aquellas luchas están hoy en el poder los que están. Esos mismos, que actúan, ahora, como lo hacían aquellos entonces. Esos, que siguen pegando a nuestros hijos, como aquellos, otros, lo hicieron con nosotros.
Sinceramente, creo que la cosa no ha cambiado mucho. Simplemente ha habido una renovación del poder despótico; de uno de cuarenta años de duración, a otros de cuatro años, que se van turnando en las personas –que no en las formas.
Solo que, ahora, hay mas convencidos –con el poder- que antes. Solo que, ahora, todavía hay quien concede veracidad a la prensa oficial. Solo que, ahora, hay un montón de ilusos –votantes- quienes realmente piensan, en conciencia, que vivimos en un estado de excelencia democrática. … A mí, con honestidad, no me lo parece tanto. ¡Lo siento…! Por eso estas actuaciones, de las fuerzas represivas, no me parecen nada extraordinario. Las seguiremos viendo – ¡Por desgracia!- cada día mas; conforme crezca el descontento, entre la sufrida población.
3 respuestas
Jopé. Por la misma regla de tres sólo le ha faltado hablar de la primavera vasca en Rentería.
¿Los que iban de gris no eran de la Policía armada?
Yo también hice alguna carrera, con los Nacionales, durante la Facultad. Eran los chicos de Felipe y del PSOE los que mandaron cargar contra nosotros… pobre estudiantes revolucionarios armados con cacerolas para hacer ruido al estilo argentino.
La historia dice machaconamente que lo de dar con la porra es propio de toda suerte de gobernantes. Independientemente de si son de izquierdas, derechas, centros, marxistas o fascistas. Y aiempre le atizan a los estudiantes: tontos de baba cargados de hormonas que se dejan manipular fácilmente.
Y Yo también he sido uno de ellos, ¿eh?
Yo soy más de paella y de fideuá valenciana que del lollito este de plimavela.