Por una sociedad fuerte Soplan vientos de cambio (III)

 

Una sociedad fuerte no se puede improvisar, requiere un complejo tejido social, consolidado en el tiempo. Los políticos han subvencionado todo lo que se movía, el resultado es que tenemos una sociedad muy desvertebrada, con muy pocos Think Tank, con poco asociacionismo y el que tenemos es muy débil. La crisis ha visualizado la inutilidad tanto de la patronal como de los sindicatos domesticados, el decaimiento de las Cámaras de Comercio, todos ellos formaban parte del magma del poder establecido. En este páramo es esperanzador la aparición de un movimiento como el del primer 15M, como una punta del iceber del descontento, confiemos que ayude en la regeneración democrática que necesitamos.

Las Administraciones han tomado un gran protagonismo en nuestras vidas. En Occidente existe una confrontación entre los que apuestan por un estado no demasiado grande y los que promueven una mayor intervención del estado en casi todo. Es la pugna entre la competitividad y la solidaridad. Hoy día cada vez somos más los que pensamos que cuanto más libertad económica hay en un país, tanto mayor es el grado de desarrollo humano de sus ciudadanos. El papel del estado es crear las condiciones (económicas, políticas, sociales y jurídicas) para que se favorezca la generación de riqueza por los agentes económicos y con ello ganaremos no sólo en competitividad, sino también en libertad.

Hoy el poder cultural / educacional sigue las ideas de la izquierda. La derecha se ha desentendido de los temas culturales y educacionales, la izquierda cultural apuesta por las visiones estatalistas y subvencionadas, ha seguido los consejos de Antonio Gramsci  “La conquista del poder cultural es previa a la del poder político”. Si no hay debate, sino se argumenta ni se convence democráticamente la derecha sociológica nunca llegará a tener la supremacía ideológica. En el caso navarro, la derecha política parte de que nunca podrá convencer a la mayoría de la ciudadanía, por lo que  renunciado hace mucho tiempo a plantar la batalla por conquistar la mayoría cultural. Sólo juega al corto plazo, dedicandose a hacer dinero y así nos va.

Las distintas concepciones económicas y sociales ofrecen sus soluciones a los problemas de las personas. Desde la moral, unas propuestas no son mejores que las otras, en general tan sólo utilizan caminos distintos para solucionar, o al menos paliar los problemas. Deberíamos chequearlas por la consecución práctica de los fines que les guían, y no por una siempre discutible superioridad ética.

Todas las sociedades han tenido desarrollos históricos dispares, en gran medida debido al papel desempeñado por el estado en la solución de los problemas de la gente. En unas las respuestas a casi todos los problemas de los ciudadanos, se han dado y se siguen dando, desde las propias administraciones públicas, que cada día son más extensas y difíciles de sostener hoy, por su alto coste. En otras las respuestas han sido mixtas, tanto desde el estado como desde organizaciones privadas. Unos y otros modelos tienen sus pros y sus contras. En España tanto socialistas como populares, al margen de la alternancia política, coinciden y se sienten muy a gusto gobernando administraciones extensas, así dicen que solucionan mejor nuestras necesidades. Hoy experimentamos que Estados muy extensos se consolidan a costa de sociedades débiles y fragmentadas.

Por experiencia sabemos que todo poder está lleno de peligros, y su tendencia natural es a expandirse y a abusar, por lo que el mejor estado, es aquel en el que su poder esté más controlado, para lo cual es conveniente que tenga un tamaño no desmedido, y en su quehacer diario, esté sometido tanto a normas, como a costumbres sensatas. Las políticas socialdemócratas, hoy no producen apenas entusiasmo, y el número de desafecciones entre los votantes es cada día mayor, así como la falta de prestigio social de los políticos. Los ciudadanos pagamos cada vez más impuestos, y apenas cuentan con nosotros para nada. No se abordan los problemas de fondo de la sociedad, por lo que es necesario un giro social.

 

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