«Políticamente correcto»


Hace tiempo que pienso una cosa: aquellos ángeles que se rebelaron contra Dios y se hicieron demonios han acabado encarnándose en ese nutrido grupo de periodistas que de forma sectaria colaboró y hoy sigue colaborando en la destrucción moral de la sociedad, presentando tal destrucción como progreso social y político. Los muñidores de esta clase de mal llamado periodismo son los que, de unos años a esta parte, han puesto en circulación la frase con que actualmente se califican las ideas que automáticamente han pasado a ser objeto de la frase “políticamente correcto”.

Si uno se atreve a expresar una opinión, reflexión personal o valoración racional que choque o vaya contra lo establecido por ellos como “políticamente correcto”, se le dirá que es absolutamente rechazable y que hasta suscita escándalo porque atenta contra el pensamiento mayoritariamente impuesto y aceptado por la sociedad. No nos preguntemos el porqué de esa aceptación. La demagogia es siempre más eficaz cuanto más elemental, sencillo y estúpido sea el mensaje que se lanza, y hoy ya no interesa la verdad sino la rendida adhesión a la causa política y social que se vende magistralmente como panacea del progreso. La verdad, quizás porque suele andar arropada por los valores tradicionales, ya no se discute sino que se la insulta y posterga. Haga la prueba: diga usted algo que no sea “políticamente correcto” y verá caer sobre su cabeza una fuerte granizada con pedriscos de tamaño tan descomunal que le aplastarán tachándole de “antidemócrata”, “reaccionario”, “oscurantista”, “inquisitorial”, “cavernícola” y “fascista”, que es el mejor y más socorrido dicterio de todos. Lo “políticamente correcto” es siempre dogmático y agresivo, maniqueo y simplificador, entregado a suplantar el razonamiento por el mito y la ponderación por el prejuicio. Pero ese es el caldo de cultivo donde germina y florece la hegemonía cultural de la izquierda, a la que debe reconocérsele que ha conseguido se acepte como “progresismo” cualquiera de los pasos que caminan hacia los mayores retrocesos que jamás se han dado en la historia.

Lo “políticamente correcto” se acabará el día en que esa legión de mal llamados periodistas y sinvergüenzas propietarios de tantos medios de comunicación antepongan la verdad al error, el bien al mal, la justicia a la injusticia, la auténtica libertad al abuso libertario, el respeto a Dios antes que a los pretendidos valores de la democracia. Porque resulta pasmoso que lo “políticamente correcto” haya también convertido la democracia en una especie de deidad secular ante la que debe sacrificarse todo, incluida la propia vida.

Miren ustedes, lo que es de verdad correcto no es otra cosa que la defensa de la vida, de la familia, de la patria y de la propia historia, cosas estas que no son reaccionarias ni potencialmente peligrosas sino naturales y congénitas al ser humano. Un ser que, si quiere pasar por “políticamente correcto”, tiene que dejar de ser humano (aceptar el aborto y la eutanasia, viles asesinatos, como un derecho), manifestarse fervoroso partidario del feminismo a ultranza (con sus “miembros”, “miembras” y la espantosa virilización de la mujer), del desatado ecologismo (fuera industrias y vuelta al estado salvaje) y de la lucha contra los países ricos (opresores y explotadores) a favor de los países pobres.

Como dicen los italianos: porca miseria!


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CLAVES EN OPINIÓN

Un comentario

  1. Si solo fuese “Fascista” lo que le llaman a uno….

    Es un cáncer el periodismo que describes ya que manipula a capricho cualquier tema que tenga a bien, sin que exista nada capaz de hacer frente a cuantas barbaridades nazcan de sus dígitos o palabras.

    Pero lo realmente triste no es que exista esta pérfida especie, que la fauna es lo que tiene, sino el comportamiento borreguil de las masas, que dan más credibilidad a las palabras de cualquier “tertuliano” sin más oficio conocido que a una realidad sangrante que se muestra ante sus ojos.

    Y lo curioso es que cuando una persona protagoniza un hecho, y después lo ve reflejado en la prensa, no para de decir que para nada fue como lo cuentan, y que está todo manipulado…pero con una convicción tal que a la noticia siguiente ya le concede la máxima veracidad olvidando que posiblemente se trate de otra “versión” desinteresada de un mismo hecho.

    Ahí están los programas estrella donde ponen de moda los malos modos, y los malos usos. Los programas que implantan en quien los visualiza la falsa creencia de que demagogia equivale a bastardear la verdad, a hacer un uso torticero de la misma, cuando en realidad si no consta un halago la demagogia resulta inexistente.

    No por decir que se está harto de lo “políticamente correcto” se es “incorrecto” en el modo, sino diciendo las verdades con crudeza si es preciso, sin complejos y con la convicción que nace de la razón, y del sentir de todo un pueblo.

    Están llegando tiempos donde no valdrán las medianías, donde los amagos a, o intentos de, no serán suficientes para calmar a un pueblo más que harto de ver como se le mamonea sistemáticamente, valiéndose de él únicamente para sangrarlo económicamente y para – por supuesto – hacerle creer un par de semanas antes de las elecciones…que su opinión cuenta para la clase política.

    Si no queremos ser políticamente correctos demostrémoslo, que ocasiones y causas no faltan:

    Contra la Inmigración descontrolada, Deportación.

    Contra ETA, cadena perpetua…y que se pudran en la cárcel.

    Jueces, políticos y periodistas; el día que violen a sus hijas pedirán cadena perpetua.

    Ayudas Sociales para los Nacionales.

    Zparo…a tu **** casa. ( aquí hay incluso quien se abstiene…)

    Como digo, ocasiones y causas no faltan.

    Un saludo.

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