¿QUÉ PASA CON PAMPLONA? Un conocido mío se encontró con un señor de Pamplona de toda la vida en el aeropuerto. Se saludaron, charlaron para matar el tiempo de la espera, y este señor le comentó a mi amigo en confidencia que ya no conocía a nadie cuando iba a coger el avión. «En tiempos de tu padre, le decía, nos conocíamos todos». Nada más cierto. Y nada más positivo, aunque a algunos les pueda la nostalgia de la ciudad pequeña. Pamplona está irreconocible: una ciudad que se ha extendido, que ha crecido, que ha cambiado totalmente de aspecto, sobre todo en los barrios, y que está llena de gente nueva y desconocida. Todo eso es bueno, y así debe ser. Pero tiene sus pequeños inconvenientes. El crecimiento ha sido más intenso en los últimos años, y los servicios que no han corrido lo suficiente para secundar el cambio, como el transporte público y la sanidad o la seguridad, crujen y se colapsan intentando cubrir necesidades absolutamente imprevisibles hace cinco o diez años. Esto es un riesgo y una oportunidad. Es evidente que uno no puede ya plantearse los problemas y las soluciones para la ciudad como se hacía hace veinte años. En eso, la actual alcaldesa ha estado bastante ágil y acertada, creo yo. Ha luchado por modernizar una ciudad y dotarla de las infraestructuras necesarias, intentando anticiparse a un crecimiento más intuido que anunciado. Ha puesto unas buenas bases para el desarrollo futuro. Aciertos y errores tiene todo el mundo: Baluarte, Corte Inglés, aparcamientos y Estación de Autobuses son intentos de solución muy contestados, justamente porque todo esto es muy opinable y así debe ser, por su emplazamiento, por su tamaño, por su necesidad…pero se ha hecho algo, y a veces muy bien, y eso es importante. Tampoco me parece mal lo de la estación del AVE, a pesar del chiste mal intencionado del sectario y soso Oroz, que ya ha perdido la poca gracia que le quedaba. El Ayuntamiento tiene que trabajar como si fuéramos a tener TAV, aunque un Gobierno central traidor y miserable nos quite lo que es nuestro por derecho propio. Ésa es una actitud inteligente, aunque pueda parecer ingenua e inútil. Pero hay que hacer más. Pamplona no es solo una ciudad bien urbanizada -que lo es- con preciosos parques y jardines -que los tiene- y gran calidad de servicios. Es también una ciudad que se tiene que crecer, que valorar más y que afrontar el reto de su imagen una vez más. Tiene historia y tiene futuro. No todo el mundo puede presumir de lo mismo. Pero en esto, Navarra se juega mucho. Porque Pamplona es el rostro visible de una región acosada, que tiene que lucir lo que tiene y lo que es, y darlo a conocer, porque hay quien se lo niega con interés torticero. Y nos va mucho en ello. Pilar Vigila