EL ESTADO DE LA CULTURA VASCA (I) Hace pocos días se presentó un estudio de la Sociedad de Estudios Vascos sobre «el estado de la cultura vasca». Pero ¿qué es concretamente lo «vasco»? ¿A qué alude esta voz ubicua? Es la Gran Ambigüedad que muchos fomentan como caldo de sus cultivos ideológicos, educativos, lingüísticos, culturales y demás proyectos de ingeniería social. En este areópago relativista de nuestros dolores conviene ceder la palabra a Pero Grullo, quien desde su proverbial infalibilidad revelará que el rey está desnudo. 1. Acepción étnico-cultural. La existencia de la cultura popular vasca es obvia, con su lengua preciosísima en las diferentes -y moribundas- variantes tradicionales, sus danzas, su música tradicional. Igual de clara es su presencia, e incluso su origen, en Navarra. 2. Acepción político-administrativa. Referida a las personas y cosas de la Comunidad Autónoma Vasca, ente nacido casi ex nihilo por obra y gracia de esa Constitución que la Nación Española, en ejercicio de su derecho de autodeterminación, aprobó en 1978, y que por primera vez en la Historia agrupa a las tres Provincias Vascongadas bajo una autoridad común respecto al resto de provincias de España. 3. Acepción psicológica por inducción, fantástica, sentimental en estado bruto, con ecos freudianos, y que resulta de la mezcolanza heteróclita de las dos anteriores, ad propagandam fidem. Por supuesto, fe en la nueva deidad telúrica y pagana, que para eso somos gente de progreso.