OPINIÓN: ¿El aplauso de Hamas?

En la madrugada del sábado 13 de abril al domingo 14 de abrilvarios territorios israelís fueron atacados con drones y misiles (unos trescientos cincuenta aproximadamente) que se lanzaron desde la República Islámica de Irán.

Este ataque supuso el cumplimiento de una amenaza de los ayatolás, que son uno de los principales patrocinadores (aparte de proveerles entrenamiento militar) del grupo terrorista islamista palestino que conocemos como Hamas. Eso sí, se habla de algo de «larga data» (como ejemplo, el control hamasiano de la Franja de Gaza).

El ataque pudo haber sido peor, pero eso no significa que haya sido un mero toque de atención. Los ayatolás cumplieron su amenaza. De hecho, desde hace un tiempo, se estaban evaluando medidas como la suspensión o no recomendación de clases, y el fin temporal de la presencialidad de las clases escolares.

Los ataques continuaron como tal el domingo. Se detectaron nuevos drones y misiles en zonas como el Sur del Líbano, controlado por Hezbolá, así como en el Sur de Israel, que viene a hacer frontera con la Franja de Gaza. De hecho, el ataque ha provocado considerables variaciones negativas en las acciones de la bolsa de Tel Aviv.

De todos modos, el motivo del artículo no es, como tal, hacer cobertura de sucesos, sino análisis sobre las reacciones de determinados líderes políticos próximos, geográfica y jurídicamente hablando, a nosotros. Principalmente, hablemos de Pedro Sánchez, quien compromete la imagen de España ante el Estado de Israel.

Gira en pro del «Estado palestino»

Desde hace un tiempo, el dictador posmoderno monclovita dice sellar el férreo compromiso de España con el reconocimiento de Palestina como un Estado, en estos momentos tan precisos y concretos.

No ha dudado en acusar, reiterada y frecuentemente, a Netanyahu, de consentir genocidios contra civiles inocentes (ignorando no solo ya lo del derecho a defenderse en caso de agresión, sino el empleo de escudos humanos y de túneles de base operativa bajo escuelas y hospitales).

El pasado otoño, la embajadora de Israel en España fue llamada a consultas, por parte del gobierno israelí. Pedro Sánchez puso en duda que las Fuerzas de Defensa de Israel estuvieran actuando conforme al Derecho Internacional.

En noviembre, este político también hizo una visita al territorio hebreo en cuestión, así como a Palestina y Egipto. La idea del viaje, junto al Primer Ministro belga Alexander de Croo, fue ofender a los israelís en su necesidad de defenderse de los ataques terroristas.

Pero nada de ello parece haber sido sujeto a rectificación. Pedro Sánchez emprendió, el pasado viernes, comenzando con Noruega, lo que él va a considerar una gira europea para que una amplia mayoría de países del continente reconozca la «soberanía» del Estado palestino.

El aplauso de Hamas

Lo del aplauso de Hamas no es siquiera una frase espontánea como el Que te vote Txapote (que lógicamente podía tener su sentido), sino que es algo que ocurrió, a ciencia cierta, en los mismos momentos en los que una notoria mayoría de españoles tomaba las calles, pacíficamente, contra los asaltos institucionales.

Cuando Sánchez visitó Oriente Medio en noviembre, la organización terrorista islamista en cuestión publicó un mensaje en el que reconocía la «audacia» de Pedro Sánchez en venir a sugerir que el Estado de Israel era una organización genocida y que podría liderarse una iniciativa unilateral para reconocer al Estado palestino.

De hecho, el pasado domingo, el mensaje tardío de condena de la agresión militar ayatolá dio lugar a que Amichai Chikli, el Ministro de Asuntos de la Diáspora israelí, vino a decir que lo de Pedro Sánchez era de «cero absoluto». Y sí, lleva razón, porque el mensaje no demostraba ninguna consciencia sobre las amenazas que como tal sufre el Estado de Israel.

Eso sí, recordemos que unos trece ministros se han negado a condenar mínimamente, siquiera con el incompetente tuit sanchista, lo que ha ocurrido en Israel. De todos modos, tiene todo el sentido del mundo, aparte de no deber de acarrearnos sorpresas, sabiendo quiénes sostienen y componen este gobierno.

Las facciones social-comunistas que también suponen formaciones como Sumar, PODEMOSEsquerra Republicanael BNG y la ETA política están, como es de esperar, en contra de todo aquello que pueda relacionarse con los valores judeocristianos que definen la civilización occidental, por lo que representan.

Puede, incluso, apreciarse una contradicción, ya que estos supuestos defensores de la «inclusión social» y los «derechos LGTBI y de las mujeres» están apoyando a sistemas políticos que, en base a la ley islámica, no dudan en oprimir a la mujer y ponerla por debajo del varón, así como tampoco, en poner en peligro la integridad física de las personas homosexuales.

Pero, desgraciadamente, el marxismo cultural y el islamismo tienen una alianza temporal contra los valores de igualdad de trato legal, dignidad humana y libertad que son intrínsecos al Occidente verdadero (basado en el judeocristianismo, con herencia grecorromana y aristotélico-tomista), que no tiene nada que ver con el anti-Occidente woke que algunos nos presentan.

Es lógico, dicho esto, que el Estado no es lo mismo que la sociedad. Pero, desgraciadamente, el mensaje de proyección que Pedro Sánchez traslada al extranjero también es respaldado por parte de la sociedad española, bien damnificada por las manipulaciones de los enemigos woke de Occidente o algo desviada por el turulequismo «pseudoderechista».

Hay mucha manipulación mediática que omite el empleo de escudos humanos en Palestina. También se omite que Palestina, otrora perteneciente a la Autoridad Británica, ha rechazado cualquier propuesta de partición. Mientras, en Israel, los árabes pueden estar perfectamente integrados en la vida pública y laboral, al margen de su sexo y su orientación.

Otros pueden decir que hay cosas que puedan no gustarnos en el gobierno israelí. Pero tampoco nos gusta la gestión política de Navarra, Vascongadas y Cataluña, no siendo ello un motivo por el que deseemos, a ciencia cierta, la creación de nuevos Estados-nación falsos, mucho más problemáticos de lo que, a día de hoy, pueda ser el Estado español.

Se recuerda además que uno se opone a Hamas y Hezbolá en la medida en la que tampoco querría un modelo político dominado por la ley islámica en Europa, donde ya hay, en su parte occidental, más de una región bajo riesgo de islamización, lo cual ha podido disparar la incidencia de ciertos delitos o consolidar no-go zones.

Así pues, no es cuestión de meterse en un conflicto de un país que no es vecino nuestro. Toca es reconocer que Israel es un bastión de libertades y derechos humanos (de verdad) en Oriente Próximo así como una pieza clave en la configuración geopolítica de nuestra civilización. De ahí que nos deba de preocupar que algunos busquen el aplauso de Hamas aún.

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