De este modo el precio político se negociaba en la mesa de partidos con Batasuna, no en la mesa del gobierno con la ETA. Esta artimaña es la que permite al gobierno decir que con ETA no se habló de política, y que ése es un principio sagrado e irrenunciable de la democracia. Naturalmente el único sentido de la mesa de partidos era lograr un acuerdo que fuera del agrado de ETA en la mesa paralela, y a cambio del cual abandonara las armas. Si alguien cree que esto no es negociar políticamente con ETA es que en las recientes elecciones voto PSOE. O bien que no le importa un pimiento el sagradísimo y muy democrático principio de que no se puede ceder al chantaje terrorista haciendo cesiones políticas. Aunque sea absurdo y más en nombre de la paz, porque premiar la violencia sólo puede estimularla.
Sin embargo coló. El asunto se sometió al criterio de los españoles en las urnas y estos decidieron que les parecía estupendo. Los electores más nacionalistas y más radicales incluso se pasaron entusiasmados al PSOE, sin que los socialistas perdieran tampoco votos por el centro.
Por eso, para la próxima vez, creo que ni siquiera hace falta reunirse en dos mesas paralelas. Basta, por ejemplo, que unos asistentes vayan a negociar con una camiseta de color verde y otros con una camiseta de color naranja. Y que los de la camiseta verde sólo hablen con los de la camiseta verde para hablar sólo de política y de órganos permanentes vasco-navarros. Y los de naranja que sólo hablen de desarme y sólo con los de naranja. ¿Ridículo? Si coló lo de las mesas, colará lo de las camisetas que es exactamente lo mismo. Francamente: nos sobrevaloraron con lo de las mesas.