“Con vuestra perseverancia salvareis vuestras almas”
Son muchas las reflexiones que podemos hacer acerca del gran acontecimiento vivido ayer en la Iglesia de Navarra con la clausura del gran jubileo de la misericordia.
El primero que se nos ocurre como un deber es dar gracias a Dios por el regalo tan grande que hizo ayer a esta tierra con la presencia de tantas imágenes de “Mater Misericordiae” ente nosotros.
Miles de personas acompañaron a la Madre, en sus distintas advocaciones, por las calles de Pamplona.
Los más ancianos recordaban un acontecimiento similar hace 70 años, cuando se produjo la coronación canónica de Santa María la Real, a quien vinieron a felicitar todas la imágenes navarras, y lo recordaban con cierta añoranza. En estos 70 años han cambiado muchas cosas en Navarra, sus gentes y sus instituciones, pero la Madre sigue velando por Ella, a pesar de la secularización y el pueblo de Navarra, el que sigue fiel a su Tradición, sigue perseverando. Y con su perseverancia salvará también el alma de su pueblo.
Entre la Cruz de Cristo, en la imagen de San Miguel de Aralar, y Santa María la Real fueron desfilando las imágenes que nos mostraban la misericordia de Dios al darnos una Madre y el regalo que ha hecho a esta tierra durante tantos años de protección mariana.
Ayer se vivió en Pamplona una tarde de fe, de piedad popular mariana, de raíces y tradición. Junto a las jaculatorias y otras oraciones iban viniendo a la memoria los nombres de nuestros Reyes, bien porque bajo su reinado aparecieron las imágenes, bien por la devoción que a ellas les profesaban, por haberlas cuidado, venerado, ofrecido sus dones o haberse proclamado Reyes ante Ella y el haberle encomendado sus reinados. Ese recuerdo hizo patente la clamorosa ausencia de nuestras autoridades, que no deben sentir la responsabilidad del legado recibido, ni la continuidad de servicio y autoridad de ellos. Entre tanta ausencia la presencia de Enrique Maya y Román Luzán como corte de La Virgen Dolorosa, se hizo más llamativa
Pero a pesar de la ausencia de sus autoridades, se vio pueblo, “gente” que dirían otros. Un pueblo inculturado por el evangelio, unido, porque lo que realmente une a los pueblos es la fe común, como se demostró también en la convivencia armoniosa de chistus y jotas, ya que en un pueblo unido y en una cultura evangelizada , las diferencias en el folklore no dividen; suman.
Y se vió también que cuando el “pueblo “es creativo y sabe buscar soluciones no hace falta que intervengan las administraciones. La Hermandad de Paz y Caridad supo suplir muy dignamente la falta de la banda La Pamplonesa, que normalmente acompaña a la Dolorosa y ayer no apareció.
No es de extrañar que las imágenes de las Vírgenes se mostraran a los sencillos. Se repiten las historias y leyendas de las vírgenes. Una y otra vez las imágenes, escondidas y guardadas del odio en tiempos de persecución ( islam) se aparecen a pastores y gentes sencillas en tiempos de paz . La piedad popular, es la fe de los sencillos ”En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo” nos dice el papa Francisco en Evangelii Gaudium”.El ser humano «es al mismo tiempo hijo y padre de la cultura a la que pertenece». Cuando en un pueblo se ha inculturado el Evangelio, en su proceso de transmisión cultural también transmite la fe de maneras siempre nuevas; de aquí la importancia de la evangelización entendida como inculturación” Sabias palabras del Papa que el pueblo de Navarra y la capilla de música del catedral cantaban ayer en una canción popular milenaria: “Reina, la más hermosa Virgen bendita de Ujué, sé de nuestra ribera, refugio de amor y fe. Nuestros padres tuyos fueron y sus hijos tuyos son, te ofrecemos nuestras vidas, tú las llevará a Dios”
Y no fueron casualidad las lecturas y el evangelio de la misa. ¿Se eligieron exprofeso para ese día? No. Tocaban. La providencia lo dispuso así como una caricia especial
Una profecía de San Malaquías ( 3, 19-20) muy fuerte ,que nos llama a la responsabilidad y la conversión, pero también nos llena de consuelo y esperanza y anima a esa fe de los sencillos. “He aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz.
Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.”
Una carta de San Pablo a los Tesalonicenses apelándonos al trabajo, al esfuerzo común, al servicio “que trabajen con sosiego para comer su propio pan”
El salmo 97, providencial: “El señor llega para regir los pueblos con rectitud”.Es el Señor quién nos enseña el camino recto. El olvidarnos de El, apartarlo como si no tuviera entrada en nuestras costumbres, leyes, hogares e instituciones no nos lleva air precisamente por el camino recto
Un mensaje de Esperanza en el Evangelio de Lucas 21, 5-19, que no me resisto a dejar de transcribir : “Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico……
Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio”.
Si, quizás estén cambiando muchas cosas desde aquella multitudinaria coronación de Santa María la Real. Muchos han abandonado la fe, la secularización avanza a pasos agigantados, los reyes y autoridades ya no velan por el bien común y han convertido a los cristianos en ciudadanos de segunda. Los jueces no les defienden cuando cometen tropelías contra ellos y las leyes persiguen la libertad de su conciencia. “Todos os odiarán a cusa de mi nombre”, nos advierte el Señor, pero no hemos de tener miedo. Estamos avisados y sabemos que “no hemos de preparar nuestra defensa… “Es una llamada a la confianza.
Ayer, en este clima que sofoca a Pamplona con laicismo combativo, profanaciones, olvidos y desmemorias, claudicaciones etc…el pueblo de Navarra dio testimonio posesionando con Maria por sus calles “….en una legitima forma de vivir la fe, sentirse parte de la iglesia, y una forma de ser misionero” como dice el Papa en el documento citado. Un pueblo evangelizándose a sí mismo, agradeciendo el año jubilar de la misericordia.
“Ni las ideologías, ni los sentimientos, ni los voluntarismos salvan.Solo la misericordia de Dios nos salvará”. Nos dijo el Arzobispo en la catedral y ese mensaje de esperanza lo recogió el pueblo de Navarra.
Que Santa María, Madre de misericordia; Real, Real, Real, nos dé la perseverancia.