Mi familia es mi patria

En la guerra mueren militares y civiles para saciar las ansias belicistas de aquellos cuyos hijos nunca irán a combatir1. Las guerras contemporáneas poco tienen que ver con las de tiempos pasados, en las que los mercenarios eran los que combatían en guerrillas para proteger su territorio. Las matanzas masivas ocurridas durante las guerras mundiales del siglo XX no tienen precedente histórico: guerras en las que los hombres se matan entre ellos como bestias. El cambio en el paradigma bélico empieza a ser patente a partir de la Revolución Francesa, cuando surge el llamado Estado-nación. Parece razonable pensar que el auge de los nacionalismos, acontecido a finales del siglo XIX, despertó en los ciudadanos un fuerte sentimentalismo hacia su nación2. Los políticos supieron infundir muy bien esas emociones entre la población, que identificaban a su Estado-nación como su patria.

El concepto “patria” se presenta como un concepto análogo, por un lado, con un sentido político y, por otro, con un sentido espiritual. El atributo político, más superficial, identifica la patria como el Estado3. El Estado es la institución coactiva que se arroga el monopolio legítimo de la violencia4, que mantienen los Cuerpos de Seguridad y las Fuerzas Armadas. El lema de la benemérita lo expresa claramente: “Todo por la patria” y, de hecho, sustituirlo por “Todo por el Estado” no alteraría el significado del lema. Probablemente no tendría tanto éxito publicitario, ya que perdería parte del contenido sentimental que aporta el término “patria”. De hecho, hay una simbología compartida, como una bandera y un himno, un territorio geográfico y una cultura común que giran en torno al concepto de patria y ayudan a mimetizar el sentido político, mencionado inicialmente, con el espiritual.

Desde el Estado se educa al buen ciudadano, que es aquel que debe servir al Estado y al resto de la ciudadanía. Para el Estado, cada uno de sus habitantes representa un código de ocho cifras y una letra completamente aséptico. Entre el ciudadano y el Estado se establece una unión forzosa a través de instituciones gubernamentales, como las fuerzas del orden, el fisco y demás servicios públicos. Empero, la relación real espiritual de fraternidad no se consuma, ya que no se establecen conexiones interpersonales directas entre los miembros de esa comunidad. Los gobernantes desconocen las condiciones, los anhelos y los objetivos de los gobernados.

Por otro lado, entendido en su sentido puramente espiritual, la patria tiene un valor mucho más profundo y trascendental. En palabras del profesor Francisco Javier Rubio Hípola, la patria es “el sitio del que procedemos, del que mantenemos una referencialidad cuando vivimos fuera o nos encontramos en el exilio. No es solo un espacio, un lugar como puede ser el territorio español, sino un núcleo de sentido. Es allí donde se afinca y echa raíces nuestro espíritu, de donde bebemos cultura”. Este sentido espiritual concluye en que la patria más primitiva, es necesariamente la familia, la de cada uno. Sin embargo, no niega que la patria se conforme en un sentido más amplio en torno a un pueblo, con unos rasgos culturales, lingüísticos, históricos y religiosos comunes, vinculado a un territorio. No obstante, el siguiente análisis se centra en la idea de patria como familia.

La belleza de “patria” reside tanto en su origen latino (patrĭa, de pater) como en nuestra manera de referirnos a ella. Por su etimología, se acerca al carácter masculino, de “padre”; sin embargo, se la nombra como “madre patria”, en femenino. En una misma palabra se encuentran reunidas las dos figuras que conciben un hijo: el padre y la madre. De hecho, la patria guarda un sentimiento más maternofilial que paternofilial: nos referimos a ella como madre patria, la que nos ha engendrado.

Toda esta exposición en torno a las entidades parentales surge a partir del hecho de que el hombre no nace solo, no se vale por sí mismo como ser aislado independiente de los que le rodean. Por ello, en el ámbito espiritual, no puede servirse de la libertad individual como su valor principal: la libertad no puede entenderse como un fin en sí mismo, sino como un medio. En su mente, cada cual es absolutamente libre; sin embargo, si la libertad fuera el todo, el fin, no tendría más que una tabula rasa que, como principio absoluto de la existencia, no satisface el alma.

Si bien no es la libertad de uno mismo la que le lleva a encontrar el sentido de su vida, el vértice a partir del cual construirlo es necesariamente la familia. La familia es la patria más primitiva y, en última instancia, a la que uno se lo debe todo. La familia no entendida como la institución familiar natural, sino como las personas que componen el núcleo fundamental de relaciones del individuo sobre el cual construye su vida. Son en los que se apoya para crecer y los que le apoyan cuando crece. El estado natural del ser humano es la condición de ser social, por lo que aquellos que no tienen relación con su familia biológica acaban creando sus propias familias; por ejemplo, de amigos. La soledad puede ser necesaria en ciertos momentos, pero no se presenta como un estado cómodo y estable, ya que siempre busca el reencuentro con la familia.

En las familias se da una transmisión de patrimonio, definido como el conjunto de bienes, valores y principios que una persona adquiere por herencia familiar: de padres a hijos, de amigos a amigos. Esa transmisión trae consigo la constitución de la patria. Con los años, cuando uno desarrolla su proyecto de vida, en ocasiones tiene la oportunidad de construir una nueva familia. No significa que vaya a romper con la anterior, pero encuentra la oportunidad de ampliarla o crear una nueva. Suponiendo que se trate de la familia natural, uno emprende de la mano de otra persona un proyecto en el que fundar un nuevo núcleo familiar. La nueva familia lleva a la comprensión más profunda del sentido de la vida, le recuerda a uno el por qué y el para qué de sus actos, enriqueciendo sus experiencias y dándole sentido a sus proyectos y anhelos.

Al tratarse de un desarrollo propio de la naturaleza humana, se demuestra que este orden social se da en anarquía; la formación de la familia es anterior a la constitución del Estado. En su obra, Platón aboga por la abolición de la familia por considerarla peligrosa para los intereses del Estado. Afirmar que los hijos no pertenecen a los padres es quitar a los padres la patria potestad de los hijos para entregársela al Estado. En el mundo actual, en el que el tamaño del Estado va en aumento, no es casualidad que las instituciones familiares se hayan debilitado: las mujeres tienen de media menos hijos; la soledad aumenta y, con ella, las enfermedades mentales y los suicidios. En el mundo que describe Orwell en su obra 1984, se ve claramente cómo la destrucción de los lazos familiares trae consigo la consolidación del poder estatal y la debilitación de las personas: son los propios hijos los que denuncian a sus padres a la policía del pensamiento.

No obstante, el Estado se sigue valiendo de la patria como instrumento de control para apelar al sentimentalismo humano llevando a cabo una sustitución de roles, el denominado paternalismo estatal. En él, la figura de padre la asume el Estado y los ciudadanos asumen la de hijos. Este paternalismo elimina los valores emancipadores que se dan en las familias naturales: se pretende hacer a los hijos, los ciudadanos, cada vez más dependientes del padre, el Estado.

Recuperar el sentido primigenio de la palabra conlleva asumir que, en definitiva, la patria no es una institución gubernamental, ni una bandera, ni un Estado-nación. La patria son las personas de las que uno recibe patrimonio. En una sociedad más humanizada, los órdenes sociales seguirían una lógica familiar, más realista y menos idealista que la estatista. La patria dejaría de ser una institución impuesta artificialmente para constituirse en libertad, siguiendo la condición natural humana. Un patriota es aquel que lucha en primera instancia por su familia. “Honrarás a tu padre y a tu madre”: eso es el verdadero patriotismo.

[1] Baños, P. (2021, 22 noviembre). Pedro Baños Bajo [Tweet]. Twitter. https://twitter.com/geoestratego/status/1462784777023590407

[2] Bandieri, L. M. (2007a). Patria Nación Estado «et de quibusdam aliis». Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, 106, 23. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2367485

[3] Bandieri, L. M. (2007b). Patria Nación Estado «et de quibusdam aliis». Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, 106, 26. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2367485

[4] Rothbard, M. N. (1974). The Anatomy of the State (2009.a ed.), 11. Ludwig von Mises Institute.

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