Mi experiencia personal con Jordan Peterson

El pasado 25 de junio tuve la increíble oportunidad de cenar con el Dr. Jordan B. Peterson y su esposa Tammy. Sigo tan impresionada que escribir esta pequeña crónica no solo será para quien se encuentre con este relato, sino también para mí misma y así poder procesar el hecho de haber conocido a uno de los personajes que más me han ayudado a forjar mi carácter.

El Dr. Jordan estuvo visitando México de gira con su conferencia “We who wrestle with God”, y él y su esposa tienen una forma muy particular de conocer el país que visitan, ya que lo hacen a través de su gente, lo cual me parece genial y demasiado lindo a decir verdad. Y bueno, fue por medio de buenos amigos que mi prometido y yo terminamos en una mesa para ocho, frente a frente con don Jordan y doña Tammy.

Conocer a la persona detrás del personaje -amado por muchos y odiado por otros tantos-, fue una muy grata sorpresa, pues en ocasiones resulta que la persona detrás del gran pensador resulta no ser de nuestro agrado; pero en mi caso les puedo decir que don Jordan me pareció un hombre sencillo, con los pies en la tierra y con conversación llevadera, incluso para una mujer tan terrenal como la que les escribe estas letras.

Y en ese contexto de lo sencillo tocó a cada uno presentarse. Qué difícil es resumir en unas cuantas palabras quién eres, de dónde saliste o qué te define; siempre me ha costado trabajo hacerlo porque, debido a mi formación artística (estudié danza contemporánea), disuena bastante la persona que da la batalla cultural y pelea con progres en X (Twitter) con la bailarina que solía amar la adrenalina de salir a escena.

El caso es que comparto toda esta perorata para entender la pregunta que me hizo el Dr. Peterson sobre si yo seguía desarrollando mi lado artístico. Sorprendida, contesté con un simple “no”, y él a su vez respondió con una frase que me dejó pensando: “si no retomas tu lado creativo te va a comer por dentro”.

Esa frase, que de botepronto puede sonar algo dramática, me resonó tanto que me di a la tarea de buscar y pensar en mis opciones reales para ponerme en contacto nuevamente con mi lado artístico. No les voy a decir que es algo que ya tengo resuelto pero, de entrada, tanta cavilación me sirvió para darme cuenta de que una de esas maneras de reinventarme es a través de esta pequeña columna de lo cotidiano, pues representa una nueva forma de expresar mi creatividad a través de las palabras, con una carga cultural quizá bastante orientada a la derecha, pero al fin y al cabo una forma de expresión a carta cabal.

No pretendo con esta pequeña anécdota presumirles mis vivencias con uno de los pensadores más relevantes del mundo actual, sino poner sobre la mesa lo mucho que el Dr. Peterson hace no solo con sus conferencias y programas, sino también con esos pequeños momentos que comparte con quienes nos atravesamos en su camino y nos dejan reflexionando tanto como para cambiar positivamente nuestras vidas.

Podrá no ser del agrado de los progres e inclusive de unos cuantos aliados en la lucha, pero algo sí es verdad: aunque nadie es monedita de oro para caerle bien a todos, es pertinente recordarnos que Jordan Peterson abrió brecha gracias a sus discusiones sobre la libertad de expresión, sus estudios sobre psicología de la religión y sus agudas críticas a lo políticamente correcto. Gracias a ello es que hoy, propios y extraños, tenemos una mejor capacidad de análisis, de autocrítica y comprensión de lo que nos rodea.

Así que más allá de las formas, lo importante y lo significativo es que, le pese a quien le pese, el Dr. Peterson es uno de los intelectuales más importantes y necesarios a nivel mundial y es por ello que los invito a leer sus libros, ver sus videos en YouTube, y a conocer y analizar sus ideas, que de algo (muchísimo) les(nos) han de servir.

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