Consecuencias irremediables de dudas ¿razonables?
Solo en Navarra estamos tratando con la vida de 80 personas que estando incluidas en la lista de espera para recibir un órgano, con periodo medio de espera de 4 años, y solo les queda que les roben hasta la ilusión o la esperanza.
Mariló, no has estado acertada. Los órganos no tienen alma, los órganos salvan vidas. Los tiempos de las hogueras llenas de herejes ya han pasado. No mereces la lapidación ni el escarnio público en la picota de la plaza mayor que las redes sociales están montando a costa de unas declaraciones desafortunadas. Quizá lo que hace falta es mayor información para salir de posiciones científica y teológicamente superadas. Pero si quieres nosotros nos ofrecemos a ello.
Seguro que planteaste una duda personal sincera. Seguro que nos hiciste partícipes de reflexiones meditadas en las que se ve más desinformación que formación. Seguro que eres consciente de que tu influencia en el mundo de la comunicación es muy alta, pero también debes ser consciente de que el hecho de sembrar la duda en un asunto tan delicado puede tener consecuencias irremediables. Una reflexión personal, sin visión profesional, ha echado por tierra el trabajo de muchas personas que a lo largo de muchos años han dejado su vida y su alma en otras personas.
Los pacientes a la espera de un órgano no se lo merecen. Quizá la ausencia de una experiencia personal ha podido llevarte a hacer unas preguntas que consideras legítimas pero en que, por falta de vivencia personal, no has podido calcular el alcance del daño que en miles de personas ha podido causar. Cualquiera de ellos podría decirte y explicarte con paciencia y sabiduría que la vida pegada a una máquina la cambia por un riñón del que no va a conocer el nombre ni va a recibir las cualidades buenas o malas del donante. “Solo” la vida.
No está demostrado científicamente que el alma no esté en los órganos de las personas. Realmente no está claro, está clarísimo. La sociedad estaría llena de vacas, bueyes, besugas y merluzos vagando sin rumbo por haber osado a comer tal o cual tipo de carne o pescado. Está claro que el mundo no es así o al menos no lo es por ese motivo.
Los órganos no tienen alma, el alma la tienen las personas sean buenas, malas, regulares, mediocres, magníficas o de cualquier condición. Detrás de una donación hay una vida, una persona, una familia. No, Mariló. Ni tu ni nadie es quién para deshacer vidas e ilusiones de los que día a día luchan por salir adelante para volver a vivir. No importa que sea una persona buena o mala. Sus riñones, pulmones, hígado, corneas, músculos, tendones, etc., no tienen ni alma ni conciencia ni juez supremo alguno que vaya a juzgar si sus actos han sido malos o buenos. Solo son portadores de una alegría inmensa para quien los recibe y su familia. Son el regalo que devuelve la vida a millares de hogares. La donación es la alegría de poder vivir una nueva vida.
Manuel Arellano Armisén
Presidente ALCER Navarra
Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales