Muchos son los que, equivocadamente, nos piden consejo sobre qué partido hay que votar en estas elecciones. Decimos «equivocadamente» pues España no necesita de buena gente que vote a determinados partidos y luego se olvide de la acción política durante cuatro años. Nosotros les conminamos a la acción política diaria.
1. ¿A quién votar en estas elecciones? Los principios no negociables como mínimo a tener en cuenta.
Ante el deseo por incidir en la vida pública a través de las elecciones sólo podemos afirmar la licitud del voto para aquellos partidos de cuyos programas se desprendan los «cuatro puntos no negociables» expresados por el Papa Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, al proponer: «el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables».
Lamentablemente, los partidos que defienden al menos estos principios tienen una debilidad electoral que les impide alcanzar cualquier representación. Para superar esta situación, en la que se pierden esfuerzos de forma estéril, la CTC lleva varios años intentando una alianza electoral puntual que agrupe el voto de todos los partidos extraparlamentarios que defienden los principios no negociables. Hasta ahora, aunque no hemos logrado este objetivo electoral por culpa de pequeños intereses partidistas, los personalismos y las zancadillas de los grandes partidos del sistema, no renunciamos a conseguirlo en próximas convocatorias electorales.
2. El fraude de la partitocracia y el de los políticos democratacristianos y católico-liberales en particular
El sistema partitocrático vigente se caracteriza por una corrupción y derroche generalizados; da su visto bueno a leyes injustas; convierte en papel mojado la teórica independencia de la justicia; justifica maniobras tramposas como la que de nuevo va a permitir la presencia de etarras en las instituciones… día a día va cayendo en un desprestigio que a duras penas consiguen contener los medios de comunicación subvencionados.
Dentro de este panorama, una vez más hemos de advertir sobre los partidos institucionalizados que se muestran filocristianos pero que en el orden práctico siempre han olvidado defender hasta sus últimas consecuencias aquellos principios. Especialmente advertimos contra la hipocresía de los autoproclamados «democratacristianos», que apelan a los valores cristianos para conseguir votos y luego, escudándose en la prudencia u otras excusas, apoyan legislaciones anticristianas.
3. El peligro de la idolatría democrática. La abstención también puede ser válida como manifestación de la conciencia política
Muchos son los partidos que se presentarán a las próximas elecciones. Algunas propuestas son incluso atractivas, pues pretenden romper con el actual dominio partitocrático. Nosotros animamos a aquellos que deseen participar en estas elecciones, como un medio más de contribuir al necesario cambio político, a leer sus programas y confrontarlos con los cuatro principios no negociables. También creemos necesario advertir contra la «idolatría democrática» de aquellos que piensan que votar es un deber de conciencia, aunque no haya alternativas válidas según su conciencia. Nosotros creemos que la acción política es posible más allá de la mera participación electoral. Por eso nos vemos en la obligación de advertir que votar, como muchos así lo hacen, no exime de las responsabilidades políticas ni de nuestro deber para con el bien común. Recordamos que votar viene a ser como entregar una parte de la voluntad a una organización política, para que luego la administre a su antojo. Por eso el acto de votar no puede ser fruto de una frivolidad, o necesidad psicológica, sino de una profunda reflexión. Y, en este sentido, proclamamos que también es válida la abstención como manifestación de la conciencia política.
4. Los carlistas en las elecciones municipales
En el ámbito concreto de las elecciones municipales, especialmente en el de los pequeños municipios, los carlistas animamos a nuestros afiliados y simpatizantes que ya participan activamente y aportan su trabajo y esfuerzo, a través principalmente de candidaturas independientes, allí donde la tarea política se ejerce como auténtico servicio a la comunidad, lejos del aparato partitocrático.
5. En conclusión. El cambio político no llegará por las elecciones.
En una situación tan dramática como la española, es preciso, más que nunca, forjar sanamente la conciencia, no dejarse embaucar por cantos de sirena que suenan bien, pero que luego matan el espíritu. Si deseamos un verdadero cambio político, no lo conseguiremos en estas elecciones. El cambio político exige la configuración de una resistencia política frente a la presente situación. Y la resistencia política, a su vez, requiere de hombres y mujeres dispuestos a sobrellevar una lucha diaria en el orden personal, cultural y social. Si deseamos un cambio político, éste no vendrá meramente por depositar un voto en una urna. Si este gesto no viene acompañado de la formación, de la resistencia a las imposiciones culturales, las denuncias constantes a los abusos de poder, las acciones concretas en el día a día, de nada servirá. Como católicos comprometidos en la vida social y política, apelamos a Nuestra Señora la Virgen María para que nos guíe en estas horas aciagas.
NOTA DE REDACCIÓN:
Para la información de nuestros lectores completamos estas declaraciones con una referencia a la nota difundida por la Junta Carlista de Navarra que puede leerse aquí:
3 respuestas
Además de los cuatro puntos no-negociables, un programa político debe plantear principios y soluciones para todos los ámbitos de la sociedad. Los que os consideráis ‘partidos minoritarios’, o no tenéis programa completo o resultan incompatibles unos con otros.
A mi, lo de pedir que os voten sin posibilidad ni, por lo que parece, ganas de tener representación, me resulta muy semejante a la postura del perro del hortelano.
Eso si, si dormís tranquilamente pensando que vuestra actuación (o inhibición) radical contribuye al bien común, fenómeno. A mi me parece que solo mira por una malentendida ‘tranquilidad de conciencia’ personal y deja de lado el bien común…
Ahora soy todo oídos.
Señor perplejo, veo que no ha leído bien la nota de la CTC. En ella se habla de los cuatro puntos no-negociables, pero sólo como límite. No se niega que los políticos tengan que tratar otros temas. La CTC tiene programa, claro que sí, aunque no es tan minucioso como otros partidos porque esa minuciosidad resulta muchas veces ridícula.
En segundo lugar no se a qué viene eso del «perro del hortelano». Precisamente la CTC no ha pedido el voto porque para empezar no se presenta y según se explica con mucho realismo en sus notas porque cuando lo haga será con ganas y posibilidades.
Y por último no se quién es el duerme aquí tranquilamente. ¿No serán más bien los que se agobian votando una vez cada cuatro años y no hacen nada más? El único grupo extraparlamentario que ha propuesto algo sensato es la CTC que ha pedido a AES, SAIN, Familia y Vida y DNE formar una coalición electoral amplia para tratar de «romper la partitocracia».
MÁS QUE PERPLEJO ME SIENTO ANTE «CIUDADANO PERPLEJO»
Creo que «Ciudadano perplejo» no se entera que la CTC sí tiene un Programa desarrollado. Está publicado en un folleto y en la red. Puede verlo.
«Ciudadano perplejo» sabrá que en esta ocasión la CTC no pide el voto para sí (sí la pidió para el Senado 2008).
En su boletín «El Irrintzi» nº 120, la CTC de Navarra hace una sesuda crítica a la política realizada por UPN (no a sus promesas)así como al PP. Esto no es huir por trabajar por el bien común. Esto es decir lo que las cosas son. Pues bien; yo diría que los únicos que trabajan durante cuatro años, entre la «gente -no la partitocracia- de su cuerda», son los carlistas. Cuando quiera le hago la relación.
¿Por qué muchos que critican la política realizada, y con la que están a disgusto, no miran -lo malo es que son incapaces de mirar-hacia otro lado? La gente «buena» (ojo, que bueno sólo es Dios) no trabaja, es «vagüeta», y deja la política para los políticos, es decir, que sólo se plantean algo cada 4 años. Esto es un fracaso colectivo.
Mire, sr. mío, los carlistas no lo hacemos así. Lo que nos luce el pelo no son cargos por ahora, sino que cada vez más gente ve que tenemos razón.
Este es el problema: que la política del temor no es una verdadera política (¡que viene el lobo de NaBai y ahora Bildu y luego…!), que lo posible siempre es mucho más de lo que logran los políticos medianos, que el buen político es el que hace posible lo que parece imposible, y tantas otras cosas.
Siento discrepar de Vd. Pero aquí los únicos que trabajan son el Gobierno-partido (se les paga), los partidos-oposición (también cobran) y los carlistas-pueblo (reciben ya insultos ya aplausos, según de quien).
Agur.
José Fermín de Musquilda (carlista)