Pedazo de trilogía del que actualmente es mi autor favorito: Evelyn Waugh. De hecho me da bastante reparo comentarla porque sospecho que no me he enterado ni de la mitad del mensaje. Pero bueno, vamos a ello.
La novela la he leído en su idioma inglés original. En castellano se titula «Espada de honor» y según parece existe una buena traducción reciente que podéis ver aquí.
Cuenta la historia de un católico inglés, Guy Crouchback, cuarentón fracasado. Fracasado, como diría mi #1, de aquella manera. Quiero decir que no se ha quedado precisamente en la indigencia, sino que más bien ha naufragado en su matrimonio (cuernos incluidos) y en su intento de construir un modo de vida lejos de su país y su familia.
Todo esto ocurre en los albores de la Segunda Guerra Mundial, que aparece como una segunda oportunidad que la vida la de a Crouchback para hacer, por fin, algo que deje huella. El problema es que ya es demasiado mayor como para luchar en una guerra y el mero hecho de alistarse le cuesta Dios y ayuda, porque no le quieren. Al final lo consigue, y de hecho se enrola como oficial en un cuerpo de élite, del que posteriormente pasa a los comandos. Y sin embargo, y a pesar de sus esfuerzos no consigue pegar un tiro en toda la guerra. La segunda oportunidad es un espejismo, para continua frustración del protagonista.
La historia va pasando y finalmente Guy encuentra su oportunidad y la aprovecha. Oportunidad que logicamente no voy a contar aquí, pero que no está en la guerra. Como es de esperar, una vez hecho lo que tenía que hacer, la vida le vuelve a meter otro meneo. Lo fascinante de esto es la manera en que le llega a Crouchback la fuerza, o la gracia, para dejar su huella. Le abre los ojos una carta de su anciano padre (un católico inglés de los antiguos, no un converso sino un descendiente directo de los recusants, un resistente de pura cepa. Es importante tener esto en cuenta para entender lo que viene). Una carta que lleva un par de frases clave que sirven de campanadas a la ofuscada conciencia del protagonista. Una ofuscación muy familiar. Dicen:
«The Mystical Body doesn’t strike attitudes and stand on its dignity. It accepts suffering and injustice. It is ready to forgive at the first sign of compunction (…). But quantitative judgements don’t apply. If only one soul was saved that is full compensation for any amount of loss of ‘face'»
Me vais a perdonar que no la traduzca pero es que estoy convencido que me la cargaría entera. Creo que la voy a mandar imprimir y enmarcar, y ponerla en la pared justo detrás de mi pantalla de ordenador.
En fin, la historia, a pesar de todo, acaba bien con el toque de amargura propuesto por la victoria final sobre la mitad de Europa de uno de los dos monstruos contra los que Guy Crouchback creía luchar: el comunismo.
Como es habitual en Waugh, y es esta la característica que más me atrae de sus novelas, la caracterización de los personajes es sencillamente soberbia. Y lo es, porque resulta palpable. Palpable en plan: «Yo conozco a ese tío». Pero lo hace con pinceladas aquí y allá. No necesita enfangarse en demasiado detalle porque es un maestro.
De esta manera nos retrata con insólita viveza al propio protagonista (con el que más de un cuarentón, frustrado o no, se sentirá identificado), a los comunistas De Souza y Ludovic, al traidor Claire, y sobre todo al despiporrante General Ritchie-Hook que se asimila muy bien a nuestro Millán-Astray (por cierto que buscando cosillas de la novela por internet me he encontrado este diseño de la portada de unas supuestas memorias del General Ritchie-Hook que es para no perderse).
Termino: recomendable en general para cualquiera. En particular para los aficionados a las novelas bélicas que encontrarán una obra bastante alternativa en el protagonismo del antihéroe, y también para cuarentones en general y en particular para aquellos en busca de «reposicionarse» en la vida.