La libertad, el motor para generar riqueza a lo largo de la historia

Los resultados de las elecciones primarias en Argentina celebradas el 13 de agosto de este mismo año confirmaron el auge de la política económica conocida como liberalismo económico. El candidato del partido de La Libertad Avanza, Javier Milei, es el actual máximo exponente de esta ideología, estudiada y elaborada por economistas de relevancia como Milton Friedman, Adam Smith o Friedrich Hayek. Este candidato, gracias a sus dotes de liderazgo, su carisma y su persuasión ha conseguido obtener la victoria, demostrando que el liberalismo sigue vivo, y que existe otro modo de gestionar la política económica nacional. Frente a aquellos que defienden la existencia de un Estado de gran tamaño, con capacidad para controlar gran parte de las decisiones de la población, Milei enarbola la bandera la libertad como raíz del crecimiento económico de una nación.

Pero en este artículo no trataremos el “fenómeno Milei”, sino su propuesta económica liberal, y como esta es la única opción viable para generar riqueza. El liberalismo se basa en el individualismo, en una sociedad defensora del estado de derecho, la propiedad de carácter privado y la igualdad (especialmente ante la ley). Es por ello, que el liberalismo económico tiende a que el gobierno no intervenga para evitar modificar el comportamiento natural de la economía, dando así protagonismo a los individuos.

A lo largo de la historia, y como veremos a continuación, la libertad ha estado ligada de manera estrecha a la generación de riqueza, en otras palabras, aquellas civilizaciones y sociedades más libres eran capaces de generar un mayor volumen de riqueza, por lo que de este modo confirmaremos la tesis planteada por Milei y defendida por numerosos economistas clásicos, y en concreto, de la escuela austriaca; la libertad como instrumento para generar riqueza, progreso y bienestar.

En primer lugar, nos remontaremos a las sociedades clásicas, Grecia y Roma, en aquella época el estudio de la economía como ciencia social era desconocido, sin embargo, si analizamos aspectos de su economía, podemos observar los rasgos liberales, y entender porque fueron estas sociedades las más poderosas de su tiempo.

Ambas sociedades estaban divididas en estamentos, en Grecia encontramos: esclavos, extranjeros y ciudadanos; mientras que en Roma había: patricios, plebeyos, extranjeros, mujeres y esclavos. Entre los estamentos había una diferencia de vital importancia, su grado de libertad. En Grecia los más libres eran los ciudadanos y, por ende, también los más ricos. De la misma forma, en Roma, eran los plebeyos y patricios los más libres, y por consiguiente los más ricos. Por tanto, podemos apreciar ya desde la época clásica como la libertad individual de las personas ha estado ligada a su capacidad de generar riqueza. Pero, además, en ambas sociedades podemos encontrar un gobierno preocupado por la creación de instituciones eficientes al servicio del mercado como fue en Grecia la introducción de la moneda, que facilitó las transacciones económicas, o en Roma la introducción de una gran seguridad jurídica mediante el Derecho romano que velaba por el estricto cumplimiento de los contratos y por el respeto a la propiedad privada.

Continuando nuestro análisis histórico encontramos las ciudades medievales, como foco de riqueza en esta época, en concreto analizaremos las ciudades de la Península Ibérica. En esta zona, durante la etapa de la Reconquista, los reinos cristianos utilizaron las cartas pueblas como sistema para impulsar el asentamiento de nuevos pobladores en un área geográfica o localidad determinada, sistema que se basaba en la otorgación, por parte del monarca cristiano, de diferentes privilegios y libertades a los ciudadanos que allí se establecieran, beneficiando de esta forma a los ciudadanos de las ciudades frente a los de los feudos controlados por señores feudales.

Esto provocó que las ciudades se convirtieran en focos de riqueza donde, además, se realizaban numerosas actividades económicas gracias a la libertad de la que disfrutaban sus habitantes. Comerciantes, banqueros, artesanos, burgueses…todos ellos convivían en las ciudades y generaban una riqueza muy superior a la que producían los siervos que habitaban los feudos.

Esta libertad, de la que gozaban los habitantes de las ciudades, junto a las diferentes medidas de los monarcas como fueron las mejoras de las comunicaciones, la creación de compañías, la organización de flotas, el desarrollo de pólizas de seguros y los títulos de crédito, o la creación de gremios, favoreció la actividad económica y el desarrollo económico de las ciudades.

Por otro lado, y para avanzar en este análisis histórico, la libertad ha jugado un papel muy importante tanto en la edad moderna como en la contemporánea. En la segunda mitad del s. XVIII (1760) tuvo lugar la Revolución Industrial en Inglaterra, y que este hecho se produjera en este país es fruto de diferentes características de las que disponía esta nación, entre ellas la libertad y estabilidad institucional.

La monarquía inglesa evolucionó hacia un menor grado de absolutismo a partir de la Carta Magna de 1215, limitando el poder del rey frente a los eclesiásticos, a los barones y a la gente corriente. Más tarde, en 1688, tuvo lugar la revolución conocida como “La Gloriosa”, mediante la cual el Parlamento británico tomó el control de las finanzas públicas, y fundó el Banco de Inglaterra. A partir de este momento la monarquía no gobernó más, aunque sí continuó como símbolo de unidad nacional, e Inglaterra se convirtió en la primera monarquía parlamentaria de Europa, lo que concedía a sus ciudadanos un mayor grado de libertad que en el resto de países. Además, para garantizar que el Parlamento no abusara del poder que se le había otorgado, debía haber elecciones libres cada tres años y una garantía de libertad de expresión en sus dos Cámaras.

Por otro lado, Inglaterra fomentó la libertad de venta de tierras y creo un gran mercado nacional sin aduanas internas, además instauró un marco institucional que facilitó el desarrollo económico al fomentar la libre movilidad de los factores productivos para que el mercado los asignara eficientemente y estableció leyes favorables a las iniciativas empresariales. De la misma forma que se eliminaron los impuestos confiscatorios; promulgaron normas que aclaraban el funcionamiento de los contratos y de su seguridad para su debido cumplimiento; se ofrecieron facilidades para fundar sociedades mercantiles o proteger derechos mediante los sistemas de patentes.

Todas estas medidas se enmarcan en las políticas liberales que hemos tratado al comienzo del artículo, y todas ellas permitieron que se diera la Revolución Industrial, y con ella, el desarrollo económico de Inglaterra alcanzando unos niveles de producción y riqueza nunca antes vistos. Haciendo visible una vez más que libertad y desarrollo económico están estrechamente conectados.

En la actualidad, esta relación también se da, de forma que aquellos países con mayores índices de democracia, es decir, mayor libertad, disfrutan de un mayor PIB per cápita, así como de un mayor IDH, como así se puede comprobar en el siguiente gráfico.

En conclusión, tanto en la actualidad, como en toda la historia de la humanidad, ha existido una relación directa entre libertad y riqueza, hecho que se ha demostrado en este análisis, por lo que las políticas liberales, que ahora abren telediarios y copan las portadas de los periódicos gracias a la victoria de Milei en las recientes elecciones en Argentina, han demostrado a lo largo de la historia que son las únicas políticas posibles para cumplir con el objetivo de generar riqueza y prosperidad. Por tanto, se puede afirmar, que tanto Milei, como todos los liberales, tienen el respaldo de la historia para aplicar sus políticas, las cuales siempre han beneficiado a los ciudadanos de los países o regiones donde se han llevado a cabo.

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