Un admirado Emprendedor Navarro; fabricante de pinzas que esta alimentando a:
Dos jubilados, un cuarto de medico, un policía, un maestro y medio niño, un dependiente, un cuarto de yonqui, un chalado y a parte de dos parados crónicos. Mientras lleva a cuestas a un funcionario de hacienda que le tira de los testículos; uno de sanidad que le tapa los oídos continuamente; dos concejales que comen de narices; un trozo de parlamentario que gana 60.000€ y siempre viaja en primera; un funcionario clase B que le aprieta la garganta a final de mes.
Todo ello: haciendo y vendiendo pinzas Españolas –para tender- que cumplen con todas las excelencias del “Sanedrín” y del “Santa Sanctórum”. Son higiénicas, el muelle esta contrastado por un “Tex del Pichiglas” –carísimo-, además ha sido evaluado como producto aéreo no nocivo (No mata pájaros) y en su fabricación se han usado –según normativa- mujeres hembras y hombres machos; un enfermo de próstata –que el pobre esta continuamente yendo a hacer pis- tres esquimales inmigrados y que trabajan en cámara a treinta grados bajo cero, dos calvos con sombrero y una enfermera que les da friegas en la cosca; tres embarazadas que están en casa cobrando; un empleado enfermo y otro prejubilado. En un local aislado, con baños, terma, sauna, baño turco, comedor y sala de descanso. Todo bajo la supervisión de un camión completo de bomberos, con traje de amianto.
El problema: es que valen el doble que las alemanas y el triple que las chinas.
Todo por que: cada pinza tiene que pagar un trocito de tanque para Afganistán; media butaca y una baldosa del aeropuerto de Noain; dos grifos de apartamento tutelado; una manilla de vagón del AVE y dos puertas de colegio. También una sabana de hospital y media bacinilla de geriátrico; amen de una caja de antibióticos y dos genéricos. Una llave de la luz de un centro cívico y el gel de ducha de una piscina pública; una copa de “Moet Chandon”, post- sesión parlamentaria, y un trocito de la puerta del palacio de Navarra.
Por fin, la jubilación anticipada de un trabajador de la CAN, el sueldo por vida de un político jubilado y tres hojas de prensa
subvencionada. Amen de otros pequeños gastos indispensables en nuestro estado del bienestar.
Entonces, el, baja el precio ¡claro! y vende la puñetera pinza: …y a lo mejor hasta se la pagan ¡Que salaó! y luego liquida con hacienda al treinta y tres por ciento de impuesto de sociedades -pero como no gana nada, esto le sale barato; guarda un dieciocho para el IVA. Y no se olvida de las retenciones. Srs ¡Esto es un emprendedor globalizado!