La DANA y la magia de tus impuestos

La llamada DANA o gota fría, basada en precipitaciones muy intensas que resultan del descenso de una masa de aire muy fría sobre otra bastante caliente, ha marcado la actualidad meteorológica, política, económica y social de España en lo que llevamos del presente mes de noviembre, aparte de los últimos días del mes de octubre.

Aún seguimos, en cierto modo, con cierta afección sensible, tras ver cómo miles y miles de valencianos no solo han perdido sus propiedades sino también sus vidas (o la de ciertos seres queridos suyos así como de sus mascotas). Además, hay que corroborar que el pueblo español no ha actuado con hipocresía como tal.

La preocupación no solo se ha limitado al postureo de las redes sociales y la palabrería de la barra del bar. Más de uno ha optado por destinar parte de sus ingresos/ahorros y de su tiempo a ayudar a los damnificados. Hablamos de donaciones económicas, de ropa, de fármacos y de alimentos, de cesiones de material adecuado, y de un interés sincero, si ha sido posible, de desplazarse a las zonas afectadas.

Esto se ha dado con celeridad, tanto a nivel de personas individuales y de familias como de empresas privadas de distinta dimensión. Incluso desde ciertos países extranjeros se ha demostrado cierta solidaridad personal e institucional. La llamada «sociedad» no ha sido quien le ha fallado a los hermanos valencianos.

El problema se ha debido a nuestra incompetente clase política, que ha demostrado que la existencia de ese ente artificial y progresivamente problemático que denominamos Estado no es ninguna clase de providencia necesaria que pueda remediar las catástrofes y solucionar los problemas posteriores mejor que nadie.

Podríamos hacer un énfasis en cuestiones relacionadas con el ecologismo (también dañino para la salud orgánica y mental de las personas), pero no será ese el punto de énfasis. Este tendrá que ver con la existencia de los impuestos, de esos importes que coactivamente pagamos a ese artificio progresivamente problemático.

En ningún momento han modificado ellos el mensaje. No dejan de decirnos que los impuestos son estrictamente necesarios para que pueda haber unidades de rescate y emergencias que permitan evacuar el terreno y cooperar en las labores de restauración. Lo mismo nos dicen en relación a las comunicaciones, la sanidad, la educación y la seguridad.

Pero ya vimos las negligencias que hubo en la coordinación de la prevención de sucesos graves. Ya vimos el retraso que hubo en desplegar a efectivos militares mientras que no hubo problema en atender a inmigrantes (tampoco lo hubo en su día al enviar a múltiples efectivos a reprimir a manifestantes pacíficos en la matritense calle de Ferraz).

Vimos igualmente que en ningún momento aplicaron el modo de pausa a sus planes para derribar obras de ingeniería hidráulica que pueden mitigar la escasez o prevenir catástrofes sobre zonas urbanizadas o urbanizables. No se les ocurrió tampoco cuestionar el sinsentido de evitar la limpieza de los cauces fluviales.

Con lo cual, podemos repetir una vez más que la apología hacia los impuestos es un absurdo. Pero tampoco la han disimulado. A grandes rasgos, no han ido más allá de plantear o establecer el aplazamiento de alguna cuota, como por ejemplo, el IRPF. No va a haber ninguna compensación que impida que todas estas familias damnificadas pierdan más ahorros de la cuenta.

De hecho, recientemente, se ha tenido conocimiento de que no va a haber ninguna medida excepcional que respete las donaciones hechas por muchas entidades y personas. Una parte de toda esa expresión dineraria de buena voluntad, nada irrelevante, va a pasar a las arcas del Estado. Eso puede pasar en la próxima declaración de la Renta.

Recordemos además que, al igual que esos españoles que tan buena voluntad han tenido para destinar parte de sus ahorros, estas personas seguirán pagando abusivas cuantías directas e indirectas de impuestos, con una repercusión bastante cotidiana. Verán el encarecimiento artificial de lo que compren en el supermercado o de la factura energética, y puede que estén pagando cuantías hipotecarias.

Puede que algunos de los afectados tengan buenos rendimientos económicos y salariales, si es que no participan también en alguna inversión. Pero ya sabemos que España es uno de los países de Europa más hostiles hacia el ahorro y la inversión. Los autónomos son cruelmente expoliados, el desempleo juvenil tiene cotas líderes y la creación de empresas puede ser un proceso bastante tedioso.

Con lo cual, la magia de tus impuestos es simplemente un castigo al ahorro, la riqueza y la inversión. Hablamos de un psicopático ataque a la propiedad privada, de un robo perpetrado por una especie de administración tributaria con comportamientos que, en cierto modo, con cierta figuración, se pueden asemejar a los de una mafia.

En cualquier caso, recuerden: el socialismo compila los pecados capitales.

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Un comentario

  1. Un artículo que refleja fielmente la brutalidad del Estado en este país. Pedir al Mal que tenga corazón es inútil, pero debemos recordar que el Estado está ocupado por el Mal. Despertemos.

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