Hoy en día la sociedad, que no se dedica a la política, sino que la sufre, observa y así lo declara, por pasiva, más que por activa, que la clase política está contaminada de un gran daño, de algo que es endémico, que se contagia de unos a otros, impidiendo la afluencia de sabia nueva que aporte, o por lo menos así lo pretenda, nuevas ilusiones, capaces de ilusionar al pueblo. Los políticos de hoy no se mojan, huyen, escapan de comprometerse claramente con una u otra idea, incluso cuando hablamos de planteamientos tan trascendentales para la persona como son la religión, la familia, el matrimonio, no son claros, si bien unos puede decirse son más claros que otros, no lo son lo suficiente, y obedecen a declarar ambigüedades. Que lejos de convencer, desmotivan a los futuros votantes que se pretendía no perder con la falta de actitud hacia un lado u otro. Pretendiendo complacer a algunos, lo que realmente se consigue es no complacer a uno ni a otro. Los políticos no se mojan, y es el sentir general; si acudimos a los temas que afectan a la sociedad, como pueden ser el tan traído y llevado estado de bienestar, la sanidad, el aborto, la eutanasia, y no digamos el tema estrella, el terrorismo, siguen sin mojarse. Establecen un atisbo de clarividencia, que no de claridad, cuando se encuentran en la oposición, pero no desde luego cuando son poseedores de la batuta, porque se consideran en posesión de la verdad y por eso mismo, lejos de tener que hacer participes al populacho. Ha llegado el momento en que se tienen que plantear que la sociedad actual es muy inteligente, tanto como para no meterse en política, y por ello, demanda compromiso, claridad de posicionamiento, decantarse con total claridad hacia una vertiente o hacía otra, no caben las medias tintas. Queremos saber, si le votamos a usted, que pasará con la familia, con el matrimonio, con el aborto, con las clases de religión, con la libertad el individuo. Queremos saber, si le votamos a usted, que pasará con el terrorismo, con las condenas de los asesinos, con la memoria y el respeto de los asesinados, que pasará con España, se desmembrará, dejará que se rompa… Queremos saber tantas cosas, que probablemente generan una estrepitosa abstención, pero esto lo dejaremos para otro artículo. ¿Deberíamos cuestionar la vinculación de todo aquello que se vote democráticamente sin la participación de al menos el 50%?