Siempre he mantenido que los dos motores que transformaron esa provincia económicamente retrasada, con un 45,5% de su población activa dedicada a la agricultura, que era la Navarra de mitades del siglo pasado en la región abierta, dinámica, moderna, colocada en puestos de vanguardia y con una renta per cápita superior en un 25% a la media europea que hoy conocemos, fueron la creación de la Universidad de Navarra, en 1952, y el Programa de Promoción Industria (PPI) que la Diputación Foral aprobó en 1964. A la Universidad de Navarra ya se le reconoció ese mérito hace unos años con la concesión de la Medalla de Oro de Navarra y, ahora, y con motivo del 50 aniversario del PPI, se va a hacer lo mismo con los que fueron sus artífices: Félix Huarte y Miguel Javier Urmeneta, dos pamploneses de profesiones e ideologías muy diferentes a los que les unió un mismo afán: desarrollar nuestra tierra.
Félix Huarte, hijo de modestos artesanos, nació en 1896. De niño ayudó a su padre vendiendo los boletos de las sillas que se alquilaban en el paseo de Sarasate. A los 14 años tuvo que dejar las Escuelas de San Francisco para ponerse a trabajar pero, como era muy inquieto, en los ratos libres se hizo delineante y se especializó en cálculo de estructuras y en 1927, con 31 años y sin tener ni dos pesetas, constituyó una empresa constructora en Pamplona que poco después daría el salto a Madrid y en plena República estaba ya construyendo la Ciudad Universitaria. Una empresa que con los años se convertiría en una de las más importantes constructoras de España y de la que surgió el Grupo Industrial Huarte, compuesto por cerca de 70 empresas, la mayoría de ellas localizadas en Navarra (IMENASA, Papelera Navarra, INASA, TORFINASA, GUIRLING, PERFRISA y un largo etcétera), que dieron trabajo directo a más de 17.600 personas. Huarte impulsó también una escuela de capacitación profesional y fue sensible a las necesidades de los demás, de lo que hay múltiples testimonios. Así, las únicas supervivientes de las nueve hermanas Guerendiáin, las famosas ‘Pocholas’, Josefina y Conchita contaban que en los años treinta “como el negocio iba a más, Félix Huarte nos planteó que sería interesante disponer de un local más amplio y nos habló de una bajera espaciosa en el número 6 del Paseo de Sarasate y como nosotras no podíamos pagarlo, Huarte se ofreció a hacerlo en nuestro lugar y nos propuso un plazo de veinte años para que le devolviéramos el dinero, sin intereses. Eso sí, nos puso una condición: que el restaurante –el Hostal del Rey Noble- llevase el sobrenombre de ‘Las Pocholas’, con el que nos convertimos en un referente a nivel nacional”. La Parroquia de San Francisco Javier podría hablar sobre la parte de los gastos de su construcción que sufragó Huarte de su bolsillo y muchos que le paraban por las calles para pedirle ayuda y les atendía podrían hablar de sus casos. En 1963, cuando tenía 67 años, faltaban ocho para su muerte y podía soñar con una dorada jubilación, decidió entrar en política. Lo hizo después de leer la encíclica Pacem in terris de Juan XXIII, que le causó una honda impresión, y ante la evidencia de que Navarra había quedado excluida del I Plan de Desarrollo del franquismo. Tomó posesión como vicepresidente de la Diputación Foral el 2 de abril de 1964 y para ese momento ya tenía preparado su propio plan de desarrollo, que lo había pagado de su bolsillo, que es ese Programa de Promoción Industrial, que la Diputación aprobó una semana después, con el que se inició la transformación de Navarra.
Y en ese empeño le acompañó, como diputado foral, otra persona también de gran valía pero de una procedencia muy distinta, Miguel Javier Urmeneta. Nacido en 1915 en el seno de una familia nacionalista (su padre fue vocal del primer Napar Buru Batzarra de Pamplona en 1911), en su juventud colaboró, con el seudónimo Gaur, en el semanario Amayur. La guerra civil, por la que algunos de sus familiares se tuvieron que exiliar, le impidió terminar sus estudios de Derecho y de Exactas y, a pesar de su ideología nacionalista, se alistó como voluntario requeté. Tras la guerra continuó en el Ejército durante 16 años, diplomándose de Estado Mayor hasta 1954 que, al morir su padre, lo abandonó con el empleo de teniente coronel, sucediéndole como director general de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona. En 1958, el ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, le nombró alcalde de Pamplona, puesto que desempeño hasta que pasó a la Diputación como diputado foral de Obras Públicas. En 1971, al cesar en ese cargo, volvió a la Caja de Ahorros desde la que promovió las ikastolas y la cultura vasca. Y cinco años antes de su muerte, el 23 de enero de 1983, preguntado por sus preferencias políticas, declaraba: “Yo tomaría un gran trozo del Partido Socialista, del socialismo europeo, también lo haría sin actitudes ni posiciones intransigentes con grandes áreas del PNV y por último y sinceramente de Herri Batasuna”.
A estos dos hombres de ideas tan distintas, a los que les unió su amor a Navarra, es a los que el próximo 3 de diciembre se les va a hacer justicia con esa Medalla de Oro que tanto se merecen. ¡Enhorabuena!
José Ignacio Palacios Zuasti
Senador por Navarra (PP)
3 respuestas
Señor Palacios: La cita del señor Urmeneta en «Navarra Hoy» la saca usted de «La gran esperanza», de Garcia Serrano, y si citase la página completa, no sesgada para decorar su articulo (en el que obvia deliberadamente la marcha de Urmeneta nada menos que a la división Azul), vería que Garcia Serrano mostraba su sorpresa y desagrado por las declaraciones de su «pese a todo» amigo, quien le había dicho al acabar la guerra «Ahora he visto y conozco la grandeza de España» . Cito de memoria, pero el tenor era ese o parecido. Urmeneta representa como nadie el veletismo y chaqueterismo de una serie de apellidos de esta pobre tierra nuestra, expertos en ponerse siempre al sol que mas calienta.
las declaraciones de Urmeneta que el Señor Palacios mutila salieron en «Navarra Hoy » el 23 de enero de 1983. También declaraba, sobre su ida voluntaria a Rusia con la división Azul, que fue «por razones difíciles de explicar». En cuanto a pertenecer al ejercito, lo hacia «por cierta gratitud a la institución» y al Requete se había apuntado «con la condición de no ir al frente Norte». Si la anguila es resbaladiza, Urmeneta era una anguila.
El capitán Urmeneta, recién vuelto de EEUU, donde estuvo en cursos del Estado Mayor, decía a su amigo Garcia Serrano:»Ahora sí se lo que es España, y la grandeza de su obra»
Rafael Garcia Serrano «La gran esperanza», Planeta 1983,Coleccion Espejo de España Pagina 43
El autor del artículo nos pide publiquemos este comentario ya que no ha podido «darse de alta» como comentarista:
Sr, ‘el liberal navarro’, me da la impresión de que se pasa usted de listo porque, como bien dice, la cita que aparece en mi artículo sobre el señor Urmeneta pertenece a una entrevista que le hicieron en el desaparecido periódico ‘Navarra Hoy’ el domingo 23 de enero de 1983. Yo la he sacado de mi hemeroteca. Cosa distinta es que mi paisano Rafael García Serrano la haya podido recoger y comentar en su obra ‘La gran esperanza’ pero ello no le da pie para decir que yo la he «mutilado» o «sesgado». Al escribir mi artículo no venía a cuento reproducir toda la entrevista y, si usted lo lee con detenimiento verá que lo que yo digo es que «preguntado por sus preferencias políticas» Miguel Javier Urmeneta declaró: «Yo tomaría un gran trozo del Partido Socialista, del socialismo europeo, también lo haría sin actitudes ni posiciones intransigentes con grandes áreas del PNV y por último y sinceramente de Herri Batasuna». Esto es, más o menos, lo que ayer, 3 de diciembre, escribía, en un artículo aparecido en Diario de Navarra, el ingeniero industrial Michel Iturralde Goñi cuando decía: «Saralegui, que le conoció muy bien, en su elegía escribió: ‘Amó apasionadamente su ciudad. Hombre universal, no cabía en un solo partido político. Fue en verdad magnífico, complejo y nada fácil. Aristócrata de espíritu, hizo suyo el pálpito popular». Y esto fue lo que ayer, más o menos, dijo su hija María Urmeneta Ochoa, en el momento de recoger la Medalla de Oro de Navarra que le entregó la presidente del Gobierno de Navarra en el acto institucional del Día de Navarra.
José Ignacio Palacios Zuasti
Fin del comentario.
Un cordial saludo,