Este fin de semana, dos países eslavos, con ciertas similitudes y proximidades geográficas, han tenido, para con sus ciudadanos, citas electorales de distinta índole. Me refiero, concretamente, a Polonia y a Eslovaquia.

En el caso polaco se trataba de las elecciones municipales y regionales (celebradas ayer domingo) mientras que, en el caso eslovaco, hablamos de la segunda vuelta de los comicios presidenciales (este sábado, dos semanas después de la primera ronda).

No siempre es recomendable extrapolar distintas convocatorias, dado que, en las elecciones presidenciales se puede votar más contra alguien que en favor de otro y que, en las elecciones municipales, sobre todo, si el área es pequeña, se piensa más en la persona que en el partido o la ideología.

Ahora bien, los comicios electorales de ambos países pudieron servir como termómetro a grosso modo sobre los gobiernos nacionales compuestos en el último trimestre de 2023. En el caso polaco, con un giro hacia lo más woke de cada bloque y, en el caso eslovaco, con un retorno del nacionalismo conservador.

Polonia: Alteraciones en los tableros de la izquierda y de la derecha

Actualmente, en Polonia gobierna una coalición woke cuyos componentes son la Coalición / Plataforma Cívica (mucho más «progre» en ideas y electorado que su socio español, el PP), la Tercera Vía (un partido centrista con pequeños componentes agraristas y democristianos) y La Izquierda (un amalgama de los homólogos del PSOE, Podemos y un aparato homosexualista).

La manipulación propagandística de los entramados supranacionales y globalistas, parejos a la funcionalidad del PiS a la izquierda en lo económico, allanándole el camino, ayudaron a que la derecha sociológica no consiguiera una mayoría absoluta. Tampoco la Confederación, la dereita dura (tradicionalista, conservadora y libertaria) alcanzó en octubre sus expectativas.

El actual gabinete no solo es un férreo aliado del establishment eurosoviético y germano-antipolaco, sino un conglomerado demoníaco. Recordemos que carteras ministeriales como las de Igualdad, Educación y Familia están en manos de la extrema izquierda post-comunista. De hecho, pese a las tensiones internas (sobre todo, con la parte del PSL, del segundo socio con más peso), se intenta avanzar en desprotección del nasciturus y censura LGTBI.

De hecho, de los 13 voivodatos, el PiS habría perdido 3, en favor de la izquierda (Mazovia, Baja Silesia y Alta Silesia). En estos momentos solo mantendría poder regional en Podlaquia, Lublin, Lodz, Santa Cruz, Pequeña Polonia, Subcarpacia y Lublin.

Luego, las grandes urbes (con distinta intensidad, pues algunas tienen inclinaciones más conservadoras) se mantendrían en manos de partidos centristas y woke (principalmente, del PP polaco). De hecho, la Confederación (cuyo voto es más juvenil) tiene un apoyo inversamente proporcional al tamaño poblacional, aunque su peso es mayor en regiones más conservadoras como las de Lublin, Subcarpacia y Podlaquia.

Los partidos de la coalición woke que gobierna Polonia habrían obtenido menos de un 40% en voivodatos como Lublin y Subcarpacia (dos de las regiones más conservadoras de Polonia). Estos porcentajes son de los más bajos.

(Sondeo a pie de urna de IPSOS) #wyborysamorzadowe2024 🇵🇱 pic.twitter.com/dFV4Gk14YL

— ✝️🇪🇦🇵🇱 Ángel Manuel García Carmona (@GarciaCarmonaAM) April 7, 2024

‼️ @KONFEDERACJA_ w podlaskim 13,3% ‼️#wyborysamorzadowe2024 pic.twitter.com/2ybtViwQJ7

— DB_COOPER (@__DB_COOPER_) April 7, 2024

Ahora bien, hay una serie de datos que, según los sondeos a pie de urna de IPSOS, podrían interpretarse como un toque de atención para la coalición gobernante. Estos no suponen un balón de oxígeno para Kaczynski, pero sí para la nueva derecha de Bosak y Mentzen.

La Tercera Vía sería el miembro gubernamental de coalición que mayor trasvase de votos habría protagonizado en favor de la Confederación (sorprende, para recordar, que en esta entidad es donde hay un pequeño grupo que se opone férreamente a la derogación de las actuales restricciones abortistas).

De hecho, el Sumar polaco no solo es que no haya logrado convencer a ciertos segmentos sociales, sino que ha retrocedido una posición con respecto al voto de octubre de 2023. En cambio, la Confederación, mejorando resultados, habría avanzado posiciones (de hecho, es curioso que sea el grupo universitario el que en mayor medida, relativamente, les apoye).

Estos avances modestos de la Confederación no solo es que, en sí, fortalezcan a la nueva derecha frente al wokismo o la tibieza del socialista PiS. Cabe destacar que la Confederación está tomando banderas como la oposición a las restricciones ecosocialistas que amenazan a los agricultores y cercenan la libre circulación vial, aparte de cuestionar el amenazante intervencionismo europeo, al que el gobierno tienta poniendo sobre la mesa entrar en la Eurozona.

Eslovaquia: refuerzo de la nueva resistencia anti-woke en el Visegrado

Con una diferencia no tan ajustada como se temía, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales eslovacas no concluyó en alegrías para el establishment europeo, que ve en ciertos países del antiguo Imperio Austrohúngaro, atravesados por el Danubio, como amenaza para los intereses globalistas, «progres» y corporativistas.

El actual presidente del parlamento eslovaco, del partido Hlas, Peter Pellegrini, consiguió ganar, con más de un cincuenta por ciento, la ronda, frente al centrista Ivan Korcok. Pellegrini, para recordar, no es solo un pragmático socialdemócrata que aboga por defender el conservadurismo social, sino el principal socio de gobierno de Robert Fico (el nuevo Orbán) junto a los conservadores nacionalistas del Partido Nacionalista Eslovaco.

El rival «progre» solo pudo percibir voluminosos apoyos en las grandes urbes, principalmente, Bratislava. Pero, básicamente, porque estas no tienen una sociología tan conservadora como algunas de las grandes ciudades españolas. Como ocurrió en la primera vuelta (no solo en los lares donde pesa más la minoría húngara), las zonas más rurales optaron por las opciones más derechizadas (en este caso, en la práctica, pese a ser partidos teóricamente socialdemócratas).

Ningún espantajo sobre el putinismo o el oscurantismo dictatorial (por tan solo contrariar algunos dictámenes de Bruselas) consiguió intimidar a la mayoría de los eslovacos. Con lo cual, se logró acabar con el contrapeso centrista de Caputova, quien, por ejemplo, llegó a vetar el nombramiento de un ministro contrario al ecosocialismo.

Con lo cual, el gabinete de Fico no solo se refuerza de cara a una posición más cauta en relación al problema de Ucrania, sino de cara a otras medidas como la no apertura de puertas al multiculturalismo islamista o la progresiva reversión de proyectos de subvención y censura en favor de los lobbies de género. También se bloquean posibles aplicaciones de la Agenda 2030. Recordemos que el mandato presidencial es simbólico pero con derecho de veto.

Mensajes e interpretaciones adicionales

A la vista de estas situaciones, convendría tener en cuenta que Eslovaquia no quiere dejarse intimidar por la misma progresía que está perjudicando a los polacos y a otros europeos mientras que Polonia deja las puertas abiertas a que, si se hacen las cosas bien, la «nueva derecha» (junto a su envidiable y potente sociedad civil) consiga revertir ciertos avances «progres» en la opinión pública y consolide liderazgos sólidos como los de Bukele, Trump, Milei y, en cierta medida, DeSantis.

Países como España tienen aún, de una u otra forma, mucho que aprender de los patrones políticos eslavos. Es más, conviene no dejar desapercibido otro fenómeno importante, que polacos y eslovacos podrían tener en cuenta. Este es el fortalecimiento del conservadurismo religioso entre los sectores más juveniles de otro país eslavo muy dinámico y atractivo en distintos sentidos para muchos europeos: Croacia.