Ha venido el CIRCO

Carpa-de-circo

Me he preguntado muchas veces por qué los sanfermines ya no nos parecen lo que fueron o lo que podrían ser y he tenido que ir al circo para encontrar la referencia de mi reflexión. Delicioso espectáculo, este Circo Mundial, que durante más de dos horas ofrece la magia que con los flases de nuestros móviles habíamos olvidado. No sé qué problema tienen algunos con que unos elefantes vivan de ciudad en ciudad, bien alimentados y guiados por la mano sabia del domador. El circo arrastra, como todo lo clásico, el lastre que le arrojan quienes piensan que el pasado siempre es sospechoso. Ocurre con la buena literatura y con la música y con todo lo que vale la pena que se mantenga y se recree, aunque ahora las pantallas pixeladas nos parezcan imprescindibles para desayunar.

El Circo Mundial está integrado por profesionales, cada uno en su especialidad, de primer orden, que ofrecen desde el más difícil todavía, hasta el humor más ingenioso, pasando por la magia colorista y divertida. Pensamos que los niños, tal vez, lo han visto todo, pero el circo nos enseña que se necesita una carpa de color para entrar y presenciarlo. Presenciar, en este caso sobre el sencillo y atemporal redondel de arena, nos lleva a experimentar esa simple y profunda verdad de que la creatividad y el misterio están al alcance de nuestras manos… pero tenemos que crear una distancia para vivirlos.

La participación del payaso Fofito es, para una larga generación, algo más que entrañable. Este hombre de brazos largos y mirada ingenua y picarona a la vez, acompañado de su hija Mónica Aragón (sencilla, elegante, encantadora), mantiene vivo ese arte irrepetible que crearon los artistas de su familia, y que es que la sonrisa nos salga desde dentro. No sé si en este caso, además, los mayores lo pasamos aún mejor que los pequeños: el repertorio de canciones que todos conocemos no ha perdido nada de su frescura y en la arena del circo adquiere un colorido inenarrable.

Tiene la ocasión, el público de saludar a Mónica Aragón y al gran Fofito a la salida y colaborar con la Asociación Española Contra el Cáncer. Buena gente que te estrecha la mano con la humildad de los grandes. Había una vez unos sanfermines en que me enamoré del circo.

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