Concedió la primera entrevista ayer domingo, en Veo7. Se llama Ester. Hasta ahora había rehuido los medios de televisión y prensa. Sobrevivió milagrosamente al atentado del 11 de marzo del 2004. Dice que a veces tiene dificultad para encontrar las palabras, pero su mensaje llegaba con una cadencia cristalina, como una dulce fuente de pureza. Como una testigo agradecida de la vida, relató lo inimaginable. Ella estaba en uno de los vagones que reventaron aquel día. Habló de la fuerza interior, de la fuerza del amor y su sonrisa no se puede describir. No guarda odio. Nombró a Cristo con una sinceridad inapelable. Cree honradamente que no se ha investigado a fondo lo que ocurrió. Pero sigue sin guardar rencor. Me sequé la emoción, y después de apagar la televisión aún sentí el soplo de paz que inspiraba su cadencia reposada, la sonrisa de su gesto y la intuición de su corazón. Y quise pensar que Ester es un ángel del Señor, aunque ella probablemente no lo piense así, y que este domingo nos trajo la esperanza.