GUIPÚZCOA. Su escudo y los cañones

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En este año que está a punto de finalizar se han conmemorado los centenarios de importantes acontecimientos históricos como la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, el Compromiso de Caspe, en 1412, la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla, en 1512, o la Constitución de Cádiz, en 1812. También, en este mes de diciembre, se cumple el quinto centenario de la batalla de Velate, en la que no hubo un enfrentamiento entre guipuzcoanos y navarros, o entre patriotas vascos y españoles, como ahora nos quieren presentar, sino que hubo una lucha entre navarros de ambos bandos, agramonteses y beamonteses, apoyados respectivamente por los reyes de Francia y de Castilla y, junto a este, los guipuzcoanos.

Lo que la historia nos dice es que el 30 de noviembre de 1512 las tropas del rey Juan de Albret de Navarra, compuestas por agramonteses, franceses y alemanes, habían fracasado en su intento por recuperar la ciudad de Pamplona que el duque de Alba había conquistado en julio de ese año. Fue entonces cuando levantaron el cerco a la capital y emprendieron su retirada hacia Francia, a través del nevado valle del Baztán, siendo sorprendidos en el puerto de Velate por beamonteses y guipuzcoanos. En la batalla que allí se dio las tropas del Albret perdieron una gran parte de su gente y lo más grueso de su artillería y, como narra el Padre Aleson en los Anales del Reino de Navarra, doce de sus cañones “se trajeron con grande fiesta y como en triunfo a Pamplona”.

La reina Juana de Castilla, a cuyo reino pertenecía la Provincia de Guipúzcoa, mediante un Privilegio firmado el 28 de febrero de 1513, añadió al escudo de Guipúzcoa los doce cañones. De esta forma quiso premiar no sólo la gesta de los guipuzcoanos en Velate sino todos los hechos de armas en los que estos habían participado y que tuvieron como resultado final la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla. Porque, mal que les pese a algunos, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya jugaron un papel fundamental y proporcionaron a Castilla hombres, armas y bagajes para la conquista militar de Navarra de 1512 y para  todas las guerras subsiguientes que hubo hasta 1524 para mantener esa conquista.

Desde entonces y durante siglos el escudo de Guipúzcoa, además de los tres árboles verdes (tres tejos) plantados a orillas del mar, y de la figura del rey, ha contado con esas doce piezas de artillería. Y estas armas, al gozar Guipúzcoa de nobleza universal y tener todos sus vecinos la condición de hidalgos, han sido utilizadas no sólo por la Provincia sino por muchos de sus hijos a modo de escudo familiar. Y durante todo este tiempo ninguna institución Navarra ha realizado actuación alguna para impedir que los cañones arrebatados a nuestro rey privativo en Velate aparezcan en la heráldica de nuestros vecinos vascongados.

Escudo de Guipúzcoa

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Tampoco reparó en ellos el fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana, que no tuvo ningún escrúpulo en incluirlos en el Zazpiak Bat o escudo de Euskal Herria, que diseñó junto a su hermano Luis en 1896.

 Zazpiak Bat de 1896

 

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Es con el advenimiento de la II República cuando se produce el primer intento por suprimirlos. Lo hizo la Asamblea de Ayuntamientos Guipuzcoanos que, el 11 de junio de 1931, lo solicitó a su Diputación Foral. Ésta no le hizo caso, y hasta el propio Gobierno de Euzkadi editó en plena guerra civil un sello de correos con el rey y los cañones.

Al llegar la transición política, en el momento en el que los nacionalistas vascos pretendían la construcción nacional vasca, coreaban por las calles el grito de Nafarroa Euzkadi da (Navarra es Euzkadi), querían incorporar nuestro Viejo Reyno a su proyecto independentista y hacer de Pamplona la capital de Euzkadi, las Juntas Generales de Guipúzcoa, en su  sesión constitutiva celebrada en Mondragón el 22 de abril de 1979, y con el fin de “eliminar tensiones y agravios entre los territorios históricos de Euskalherria”, a propuesta de Euzkadiko Ezkerra, aprobó una moción por la que se eliminaban los cañones y la efigie del rey de su escudo, al tiempo que decidían “enviar un mensaje de hermandad al Parlamento Foral de Navarra dando cuenta de este hecho”. Así lo hizo el diputado general de esas Juntas Generales mediante un oficio fechado el 11 de septiembre de ese año y dirigido al presidente del Parlamento Foral de Navarra que no mereció ni un simple acuse de recibo por parte de este.

Desde entonces, y como algunos se piensan que las páginas de la Historia  son de quita y pon y en ellas se pueden borrar, falsear, reinventar o reescribir los hechos, el escudo de Guipúzcoa ha quedado reducido a los tres tejos. Pero, mal que les pese y aunque no los usen, los cañones siguen ahí, porque las Juntas Generales no tienen capacidad legal para anular un Privilegio real firmado en Medina del Campo en 1513.

Escudo actual de Guipúzcoa

 

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Y los navarros, que vivimos con indiferencia esa retirada, en ningún momento nos hemos visto ni agraviados ni ofendidos porque los cañones de Velate sigan estando en los escudos oficiales de los ayuntamientos guipuzcoanos de Zizurkil o de Antzuola. Como tampoco nos molestan cuando los vemos en las farolas del puente de Santa Catalina de San Sebastián, o cuando transitamos por calles de localidades navarras como Artaza, Azanza, Gainza, Gorriti, Mendigorría, Sunbilla, Zugarramurdi o hasta en la propia Pamplona y a pocos metros de su Ayuntamiento, en las que podemos ver escudos nobiliarios en casas que pertenecieron a familias guipuzcoanas avecindadas en Navarra.

Escudo del Puente de Santa Catalina

   

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Por eso, ahora, cuando se va a cumplir el V Centenario de su concesión, creo que es el momento de animar a los instituciones guipuzcoanas a que recuperen sus antiguas armas, en las que está reflejada su historia de siglos, y vuelvan a colocar en su escudo tanto la figura del rey como esos cañones que arrebataron a Juan de Albret en Velate. Porque, con ellos o sin ellos, la historia es la que es.

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CLAVES EN OPINIÓN

3 respuestas

  1. Definición de Historia:

    Dícese de aquello que da más miedo al nacionalismo que a Drácula una estaca humedecida en Agua Bendita y aderezada al ajillo, todo ello bajo un cálido sol de agosto.
    Antónimo: «cuentos nacionalistas»

  2. Una pequeña precisión Sr. Palacios, cuando se escribe en español, lo correcto es que los nombres de poblaciones sigan el mismo idioma, por eso decimos Londres, Gerona, Nueva York, Guipúzcoa, Colonia, Sumbilla, Pekín, Cizúrquil, Madrid, Gaínza, La Coruña, Anzuola o Villarreal.

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