Nos parece bien que el Gobierno de Navarra deje de subvencionar universalmente los libros de texto escolares de
la E.S.O. por vía de préstamo. Eso sí, en el ejercicio de la subsidiariedad, deberá ayudar con becas a las familias con dificultades reales, cuyo número sin duda hoy habrá crecido.
No parece una razón suficiente para abandonar dicha subvención el que
la Administración Pública sufra la “mordida” de la actual crisis económica, porque esto no haría sino reafirmar el estatismo y ese Estado-providencia que hoy nos despersonaliza y arruina, estatismo que hoy día es un metomentodo –véase la EpC- y mandón. La razón suficiente y necesaria es que las sociedades deben saber vivir por sí, ser autosuficientes siempre que puedan, y crecer en el ejercicio de sus legítimas libertades.
¿No es necesario que la sociedad crezca en vez que merme? ¿Y cuándo merma? La sociedad se desvitaliza y empequeñece cuando el Estado o la Administración Pública“le hace las cosas”, abasteciéndole de casi todo e incluso del ocio. Mucho mejor sería que familias, las iniciativas sociales y las empresas, se valiesen por sí, para ayudarse a sí mismas, para crecer, ser creativas, apoyarse en otros y servir a los demás. La desgraciada madre del lazarillo de Tormes aconsejó a su pobre hijo cuando lo lanzó al mundo del aprendizaje y de la vida: “¡Válete por ti!”. Lógicamente, en nuestro caso, el valerse por uno mismo no es el de la picaresca, sino del mayor de edad, del buen obrar, de un buen aprendizaje que desarrolla las propias capacidades, del servir a otros y no servirse de ellos.
Siempre hubo ayudas o becaspara libros, comedores, transporte escolar… según las necesidades reales y urgencias de cada familia. Ciertamente, lo mejor sería que los libros fuesen menos voluminosos y complicados. Esto se puede conseguir, y conviene lograr, tanto para el buen aprendizaje –ojo con esto- como para reducir el coste del material escolar.
Extrañó a muchos padres que siempre desearon dirigir y mantener por si su casa, y ahorrar si pueden, la práctica de la gratuidad en los libros de texto. Creo que esto lo entiende cualquiera. Fue una repentina sorpresa. Además, ¿cree Vd. que el Estado regala algo, aunque los políticos “queden” muy bien ante sus electores y sus beneficiados? No voy a entrar en los pros y contrasde la gratuidad de los libros escolares –que ambas cosas tiene-. Sí, es muy educativo el cuidado del libro o del uniforme si lo hubiere, que quedará para el hermano o el amigo, y con lo que se educa en la sobriedad y para evitar el consumismo y la generación de niñas y niños “guay”, “glamour” que es un indicativo más de una crisis que nos está aplastando.
En su día, los padres nada dijeron sobre la práctica de la gratuidad: los políticos se la dieron hecha y en bandeja. Por una parte, fue fácil decir “sí” una vez impuesta pues te ahorraba unos duros. Además, ¿no sufraga el Gobierno de Navarra los libros con los impuestos de todos? ¿Es que uno iba a hacer el tonto? Por otra parte, fue difícil decir “no” porque a nadie –familias, centros escolares y sobre todo los partidos políticos- les gusta “quedar mal” en este pueblo que es Pamplona, ser un “aguafiestas”, indisponerse con otros, ir contra el gusto de la gente, o quedarse fuera de lo establecido. ¡Es tan horroroso sentirse distinto…! ¿Es que sí?
Lo malo es que esta falta de personalidad pasa factura, y más en tiempos de crisis. Desde luego, si hoy sólo corregimos el excesivo gasto de la gratuidad debido a la crisis, volveremos a las andadas cuando la situación mejore, de manera que la lección no habrá servido para nada.
Pues bien, si nos preocupa el afán demagógico de ciertas propuestas parlamentarias (como la de IU en su día) presentadas para “quedar bien” ya que no en vano
la E.S.O. es obligatoria, y para ganar votos, todo ello muy propio del actual sistema político; si nos preocupa que las familias y la sociedad se acostumbren a que la Administración Pública“les hagan las cosas”, también nos preocupa -¡cómo no!- la falta de personalidad para decir “no” a lo vigente o establecido -tan sólo por estarlo y si creemos que lo debemos decir-, y en todo caso que se ponga el bien individual por encima del bien común.
Los carlistas siempre hemos defendido el más sociedad y menos Estado, el principio de subsidiariedad, el ejercicio práctico de las libertades concretas, el saber no dar coba y aún decir “no” –si es necesario- a lo establecido, y que cada institución –y más la fundamental que es la familia- se valga por si misma en todo lo que pueda.
Detrás del seguir siempre la corriente, y no saber decir “sí” o “no”, hay muchos problemas de falta de personalidad individual y social, y de representatividad política.
Por eso –y acabamos-, más que aplaudir la gratuidad por la crisis económica misma (que sobre todo sufren esas familias que soportan todo y a todos), la defendemos como criterio para que las familias se valgan por si mismas, y pidan becassi lo creen necesario… solicitándolas ya por justicia social ya para que se las concedan.