Este pasado sábado día 2 de junio, los españoles estuvimos llamados, tanto en Pamplona como en Valencia, a ocupar respetuosa, pero aguerridamente, para recorrer en marcha, las calles de estas ciudades, contra los atropellos liberticidas y expansionistas del nacionalismo periférico.
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Con la “inestimable” colaboración e implicación de la abertzale Uxue Barkos y la pancatalanista Mónica Oltra -que gobierna con el socialista Ximo Puig-, se está pretendiendo erosionar la identidad histórica e idea de españolidad de los otrora Reinos de Navarra y de Valencia.
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Precisamente, las respectivas hordas nacionalistas periféricas trabajan, con la colaboración de los correspondientes bloques políticos vasco y catalán, para anexionar estas regiones de España a las Vascongadas y a Cataluña -no conformes los de esta última con oprimir a los tabarneses.
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Ahora bien, estos totalitarios, que evidencian con sus actos que el nacionalismo es aparte de una modalidad de socialismo (ingeniería social at least) una ideología expansionista, entienden que la tarea es algo ardua, por lo que ven necesario el desempeño del rol ingenieril (social).
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En considerable mayoría, apenas hay navarros que utilizan el vascuence como lengua materia, mientras que la proporción de valencianoparlantes no deja de descender. Ninguno de ambos se siente como parte de un colectivo que debiera pertenecer a otra región.
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Por ello, haciendo uso de las herramientas que los mini-Estados autonómicos brindan a sus respectivos dirigentes, tales como la educación, la “manguera de la subvención”, la propaganda y los medios de comunicación, aplican un adoctrinamiento que consideran “necesario”.
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Para ser algo más rigurosos, necesitan tergiversar la Historia así como imponer esas lenguas y dialectos para intentar conseguir una masa de mayores proporciones que sea favorable a sus propósitos expansionistas.
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Por ello, necesitan promover el odio contra España y su historia, así como atropellar impía y absolutamente la libertad de elección de las familias, lo cual afecta también a las cuestiones lingüísticas. No están garantizados los derechos de los hispanohablantes en toda España.
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En cualquier caso, claro está que todo ello ha empezado a causar considerable indignación entre la sociedad civil, la cual se pone de manifiesto en la vía pública y ha sido canalizada en Navarra Asociación Cultural Doble12 y otros y en Valencia por Hablamos Español y El Club de los Viernes entre otros.
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Y sí, es totalmente plausible que dejemos de ser mayoría silenciosa y de rendirnos ante los enemigos de la libertad. Los problemas no se solucionan en la mesa del restaurante o en la barra del bar -y tuitear es insuficiente, sinceramente.
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No obstante, de igual modo que a la hora de sumarme al clamor cívico contra el Impuesto de Sucesiones incidí en que el fin de este tributo expoliador debería ir acompañado de una rebaja de la presión fiscal y del gasto público, aquí hay que tener en cuenta varias cuestiones.
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Sin adoptar, bajo ningún concepto, postura relativista alguna, estas necesarias y eminentemente plausibles reacciones deben de ir acompañadas de una toma de conciencia sobre dónde ubicar la raíz del problema: el Estado. Insistimos mucho en ello desde Navarra Confidencial.
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El socialismo se basa en la planificación y control centralizados de alguna clase de concepto, ya sean medios de producción o, en este caso, valores de comunidades, realidades verificadas por varias disciplinas, acciones humanas y mentes de cada cual.
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Estos enemigos de la libertad necesitan poder tener control sobre los currículos educativos -y unificarlos-, sobre las normativas lingüísticas sobre las masas por medio de la propaganda y los medios de comunicación.
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Por ello, la sociedad civil debe de reivindicar la devolución de las competencias educativas a ella misma, el cierre de las radiotelevisiones estatales, el fin de la propaganda estatal y la derogación de los criterios de oficialidad de cualquier lengua (la cosa va de espontaneidad realmente).
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A mayor burocracia y volumen legislativo-administrativo, mayores son los obstáculos al ejercicio de la libertad y al disfrute de los derechos naturales. El Estado puede lastrar tanto la prosperidad económica como la identidad de una comunidad. No todo consiste en impuestos.
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Es más, ante el hecho de que hayamos vuelto a caer en manos del Frente Popular, que reforzará el intervencionismo y el corte izquierdista de las políticas del Partido Popular, hay que decir que una aguerrida reacción cívica es importante por la libertad de España y de los españoles.
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Finalmente, ya concluyendo, básicamente he de animar a mis compatriotas a seguir movilizándonos contra cualquier clase de ataque contra nuestra libertad y contra la identidad de España. La sociedad civil ha de dejar clara a los burócratas sus indignaciones.
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