No se me escapa a que recuerda el titulo de este humilde articulo de opinión y tengo que decir que no es sin intención. Piensa nuestra cándida ciudadanía que, viviendo en un estado democrático, como el nuestro, se puede actuar y verter la opinión propia, siempre y con cómoda libertad; nada mas lejos de la realidad cuando se trata de cosas importantes y de fuerte implicación social. Porque la realidad es que se han instaurado, desde hace tiempo, unos nuevos poderes en nuestra sociedad española sectarios, amorales y seudomafiosos, y cuya única finalidad es el enriquecimiento personal de sus miembros, a costa del bien publico y a los que, con algo de atrevimiento, he bautizado como “La España Flotante”. Poderes, de variado y heterogéneo signo político -de fachada-, que realizan sus oscuras maniobras tanto a nivel estatal, como autonómico, y que disfrutan, hoy por hoy, de una gran capacidad para hacer daño selectivamente, en virtud del excelente posicionamiento de sus miembros en muchos de los puestos claves y relevantes de nuestro entramado político, administrativo y civil.
Es de resaltar la pobreza en estudios y artículos de investigación periodística; habiendo como hay tan abundante campo abonado -¿no me dirán que no…?. De manera que cuando salta, raramente, algún caso -En contadisimas ocasiones en El Mundo, o en la Sexta- se arma un revuelo tremendo a escala nacional y donde no faltan las presiones mediáticas de los perjudicados, contra el medio informativo. Cosa que nos acerca, cada día mas, a otros tiempos pasados de represión y ostracismo.
En el reciente pasado, de bonanza económica, han sido muchos los miembros de sectores sociales y agrupaciones profesionales que se han visto avocados, en muchas ocasiones, a un silencio forzoso y obligado, bajo los tenues -pero contundentes- amenazantes entresijos de estos ocultos poderes.
Y es que la justicia y la profesionalidad, responsable, de magistrados, inspectores, auditores públicos o de simples personas responsables y buenos profesionales, es muy molesta y dañina para los intereses de esta “España Flotante”. Es por eso, que se han esforzado -disponen de medios- en mantener, a muchos de estos profesionales y ciudadanos, en un anónimo silencio y en un letargo forzoso.
Véase el caso, durante la Burbuja Inmobiliaria, de los interventores e inspectores del Banco de España, así como el de los Secretarios de Ayuntamiento -verdaderos auditores oficiales de las cuentas en nuestros municipios. Pero, si bien estos casos son reconocidos, ya, por la voz popular; hay muchos mas sectores profesionales, como victimas implicadas que permanecen en un interesado anonimato.
¿Como creen si no, que pueden estar quedando impunes los incontables delitos ejercidos contra el patrimonio local y nacional, así como contra los ciudadanos en España?. ¿Como, si no, se pueden estar promocionando, en nuestros puestos claves, personas que ejercieron grandiosas estafas, supuestas malas gestiones y practicas canallescas, que provocaron ruinosas devaluaciones en los ahorros de cientos de miles de ciudadanos? ¿Como es posible que personas insolventes y contumaces lapidadores de empresas, hayan gestionado el entramado empresarial de España -CEOE- y asociaciones profesionales de gran relevancia -ESGAES? ¿Como si no aquellos que han demostrado su inoperancia mas profunda son nuevamente comisionados en labores de responsabilidad nacional y autonómica, o en empresas de participación publica? Y, por ultimo, ¿Como es posible el amasamiento de esas inmensas fortunas -en poco tiempo- por parte de los miembros de familias de políticos con altas responsabilidades publicas?
Es este un país donde se juzga a una folclórica -la Pantoja- en TV, a diario, y por una nimiedad, comparada; silenciando, sin embargo, a Caja Madrid, por miles de millones de Euros. ¿Alguien puede llegar a pensar, a caso, que estos hechos no son observados, de cerca, por personas responsables, limpias y preparadas? Y la pregunta es: ¿…Porque creen que no los denuncian?.
La técnica que emplean, a menudo, estos inmorales , es la instauración de la figura del sicario económico y del testaferro legal; que da limpia cobertura a los altos miembros de esta, que he dado en llamar, “España Flotante”. Y cuyas fortunas, tan irregularmente conseguidas, reposan, esperando tiempos mejores, en la relajada tranquilidad de los paraísos fiscales.
Tal que en la América de los años veinte -Acciones contra las asociaciones de Gangsters-, haría falta un gran compromiso institucional y social para acometer, con gran contundencia y efectividad, una labor depurativa -vía investigación judicial- que nos libre de esta instaurada lacra que nos carcome y que contamina lo mejor de nuestra sociedad: el buen talante del personal dedicado al servicio publico; el “saber hacer” de nuestros distintos profesionales; la loable conservación del patrimonio de todos -lo que quede de el-; la moralidad cívica, la solidaridad y el futuro de nuestros jóvenes. Tal vez la solución pasaría por la creación de unos tribunales especiales -tal y como se crearon para asuntos relativos a la violencia de genero. Y es que día que pasa sin castigo, es fértil abono para la impunidad con la que opera este peligroso enemigo del pueblo y de nuestra democracia.
Todo, porque es vital devolver la “Salud Publica” a los deprimidos ciudadanos de este País. Porque sin lavar la ropa -de las manchas del pasado y en profundidad- no podremos acometer los difíciles retos que se nos presentan en un próximo futuro, lleno de inseguridades e incertidumbres.