España no es una mierda, pero en España, como en otros países, tenemos que convivir con algunos mierdas

No voy a ser yo quien dé la cara por estos energúmenos autodenominados «la manada». Me parecen despreciables y ruines. Indignos de que les dedique siquiera un minuto de mi tiempo. Tampoco voy a entrar en valorar el número de años que deben estar en la cárcel. No soy experto en leyes y el sistema judicial, el español como el de cualquier otro país, europeo o no, me tiene tan decepcionado como a la inmensa mayoría de los mortales que ha tenido que lamentarse entre las paredes de un juzgado por haber denunciado a alguien. Sin embargo, me voy a atrever a hacer algunas consideraciones sobre esta cuestión, que tanta difusión mediática está teniendo y que tantas concentraciones de rebaños humanos está propiciando.

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NI MANADAS, NI REBAÑOS

El sistema judicial español tiene, a mi entender, dos componentes que lo hacen destacar de cualquier otro conocido, propiciando que sea DE LOS MÁS EVOLUCIONADOS Y CIVILIZADOS del mundo. La justicia española es de las más garantistas que se conocen. Es necesario garantizar, sin lugar a dudas, que el acusado es culpable de lo que se le imputa. Y una vez juzgado, por si el tribunal ha metido la pata, tiene derecho a recurrir la sentencia, no una sino varias veces. El acusado no tiene que demostrar su inocencia, es el denunciante quien tiene que demostrar, sin lugar a dudas, la culpabilidad del acusado. Por otra parte, nuestro sistema penitenciario tiene un componente ejemplarizante y castigador, pero no es vengativo. Su principio fundamental es la rehabilitación. Por eso nuestros presos son de los mejores tratados del mundo. Hay cárceles en donde a mi no me importaría estar el resto de mi vida. Muchas de estas personas que se manifiestan contra la manada son las mismas que se manifestarían a favor de que se otorguen más derechos a favor de los presos, empezando por derogar la prisión permanente revisable. Yo, a esta manada, la condenaría a los años a que hubiera lugar, pero no la sacaría de la cárcel sin comprobar fehacientemente su rehabilitación.

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LA BANALIZACIÓN DEL SEXO

Sin embargo, a mí me parece que el problema de fondo es otro. Quizá deberíamos empezar por preguntarnos qué tipo de educación sexual se está impartiendo en nuestros COLEGIOS. Esos en donde se expenden preservativos y se alude a los beneficios de la masturbación y la naturalidad en la relación sexual. Quizá sería bueno preguntarse si nuestros jóvenes, y adultos, están suficientemente formados para disfrutar del ocio, del tiempo libre y de la fiesta de una manera acorde con su dignidad de seres humanos. Puede ser que el verdadero problema estribe en la banalización de la sexualidad entre nuestros adolescentes y jóvenes. Puede ser que si nuestros adolescentes y jóvenes (y adultos, por qué no) estuvieran concienciados de que la sexualidad es la expresión más humana del amor, basada en el máximo respeto a la dignidad y corporeidad del otro; puede ser, digo, que casos como el de «la manada» se dieran con menos frecuencia o no se dieran. Nuestros adolescentes, incluso niños pueriles, tienen cada vez más asumido que mantener relaciones sexuales con alguien es como beber alcohol hasta caer vencido. No importa que a la otra persona no vuelva a verla jamás, LO IMPORTANTE ES PASARLO BIEN. Me duele ver a buenos chicos y chicas cómo todos, todos, todos los fines de semana pasan la noche vagabundeando por los antros nocturnos de la ciudad, mientras que por el día duermen como murciélagos.

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SEXO, DROGAS Y ALCOHOL: ESO NO SON LOS SANFERMINES

No está bien visto que alguien de Pamplona hable negativamente de los sanfermines. Sin embargo, no es constructivo volver la cara a una realidad cada vez más apabullante, indigna e inhumana. Se suele decir que dentro de los sanfermines hay muchos sanfermines. Los hay para los jóvenes, las personas mayores, para los niños, para quienes quieren mucho bullicio, y para quienes optan por unas fiestas más tranquilas. Y es cierto, pero solo en parte, una parte cada vez más pequeña. Cuando alguien circula en San Fermín por las calles de Pamplona no tardará en percibir los hedores mezclados de orín, vómito y alcohol; produciendo así un aroma que caracteriza a la fiesta. No es difícil encontrar a personas indignamente tumbadas sobre su vómito. Las alusiones al sexo fácil y del momento son permanentes. Los flirteos descarados, y hasta violentos, entre hombres y mujeres, hombres y hombres o mujeres y mujeres, abocados a la relación sexual más canina y pública, se manifiestan a cualquier hora del día o de la noche. La inmensa mayoría de los miles de extranjeros que invaden Pamplona dicen abiertamente a lo que vienen: sexo, drogas y alcohol. EL MEJOR CALDO DE CULTIVO PARA QUE PROLIFEREN LAS MANADAS. Apostaría a que esta situación se da, cada vez más, en todas las fiestas. No sé si será posible recuperar unos sanfermines distintos.

 

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