Conforme a un extenso informe de Alberto Recarte publicado hoy en Libertad Digital, el problema de la burbuja inmobiliaria es clave en España desde dos puntos de vista. Por el lado productivo, España tiene un enorme número de viviendas y oficinas construidas, sin demanda lo que originará el estancamiento del sector por varios años (entre cinco y diez), y la construcción no va a empujar de la economía como durante los años gloriosos, sino que actuará como rémora (dado que vamos a tener que seguir financiando gigantescas inversiones en suelo hechas estos años que no podrán generar beneficios, pero sí pérdidas).
Por otra parte el endeudamiento de las familias españolas (acometido para comprar vivienda) es enorme: somos después de EEUU y el R.Unido los más endeudados por familia. Esto significa que hemos «congelado en ladrillos» por muchos, muchos años, mucha capacidad de endeudamiento de la familia. Así que el consumo interno no va a tirar de la economía en los próximos dos años. Esto origina paro, y el paro contribuye a contraer aún más la demanda interna, originando más paro.
Nada de brotes verdes, prepárense a ver cómo sube el paro un par de años mas… y permanezca otros tres. Eso, si todo va bien.
Por el lado financiero, el problema no es menor. Porque ahora la banca no solo no puede captar dinero del exterior (como ha hecho estos años), sino que debe devolverlo. Las agencias de solvencia puntuan mal a España. Y eso que en la mayoría de los casos, no es que sufra una falta de liquidez, (para paliar esto ha dispuesto de dinero regalado por el BCE y tiene el Banco de España un fondo especial FROB que puede llegar a loso 100.000 millones de euros), sino una pavorosa incertidumbre del prestamista que le supone asumir cualquier riesgo en muy peligroso para el empleado en cuestión, y la propia entidad. Y es que los bancos no saben cuánto va a durar la crisis, ni cuánto va a persistir el bajo consumo, y en consecuencia, no prestan a muchos empresarios que necesitan angustiosamente dinero para salir de una asfixia financiera, tanto más cuando hace apenas dos años cualquiera les daba dinero (más del que habría sido prudente conceder).
Los bancos se encuentran entrampados por 810.000 millones de euros prestados a promotores inmobiliarios, hipotecas, constructores, y aunque ejecuten las hipotecas (cosa que están haciendo ya, a buen ritmo -serán unas 180.000 solo en 2010, y 152.000 durante 2009-) no podrán venderlas, porque nadie las compra, dada la sobreabundancia de inmuebles y la falta de «crédito solvente» (es decir, de solicitantes de créditos con interés en comprar y que sean solventes fuera de toda duda razonable). El informe calcula unas pérdidas de 181.000 millones de euros en los próximos tres años.
El banco tiene que optar entre provocar la quiebra de las empresas al exigir la devolución de sus créditos, haciéndose con una cartera inmobiliaria invendible, y depreciada (tasaron, ay, con alegría, el suelo ya de por sí absurdamente inflado por los mercados controlados por los Ayuntamientos, y ahora no valen ni la mitad de la mitad), o seguir prestando a «empresas zombis» llamadas así porque están muertas, aunque caminen y sigan de pié.
Algunos analistas dicen que los propios bancos españoles van a ser bancos zombies, vivos solo mientras reciban ingentes cantidades de dinero casi gratis, del Banco Central, y ayudas del Estado/Banco de España. Ojala no se llegue a eso, pero vamos a necesitar suerte, porque la victoria no está asegurada por nadie.
De modo que los empresarios en apuros que precisan dinero no son solventes para los bancos, porque se encuentran precisamente en riesgo grave, y quienes son solventes y podrían pedir crédito no lo van a necesitar más que en pequeña medida, porque el masivo parque de vivienda/oficina, y la tendencia a la baja que es previsible en los precios, y por lo que respecta a inversiones productivas, dada la debilidad previsible durante varios años de la demanda interna, no hace aconsejable invertir, sino «aguantar».
Sería una medida que aumentaría la confianza el tener la sensación de que el Gobierno es capaz de adoptar medidas que relancen la economía. Ya no podemos devaluar, ni bajar los típos de interés (van a subir paulatinamente, y se va a drenar del sistema financiero el exceso de liquidez): hay que competir, y ya que no somos capaces de inventar nada (nuestro I+D es un desastre, nuestra universidad está muerta, y nuestros pequeños empresarios -la mayoría sin conocimientos de cómo llevar una empresa, cosa harto complicada- van «a lo seguro»)…. adivinen quién va a pagar el pato.
Pero no se preocupen, que nadie tiene que cambiar nada en este país: ni el sistema educativo (que está muy bien en manos de políticos de 17 autonomías que no saben que hacer, aparte de «tocarlo todo» para que parezca que saben lo que quieren) ni la universidad (que es endogámica, que vive de subsidios públicos, y está desconectada de nuestros empresarios, y que investiga para recaudar fondos -no al revés-) ni las empresas, que con pocas excepciones no tienen imaginación, valor, criterio ni tamaño para emprender nada que sea distinto de inaugurar franquicias, copiar, importar y distribuir y no crean productos nuevos, ni competitivos. Tampoco ha de cambiar nada en la legislación laboral española, ni en el sistema de partidos (que preocupa ya más que ETA, pues es patente su esencial corrupción por el la desviación para provecho propio de las jerarquías de poder, y se manifesta cada vez con más claridad en una auténtica casta), ni en el sistema de pensiones, ni en los sindicatos, ni en el de atención sanitaria, ni en la función pública, ni en la justicia, ni por último en la administración territorial, aunque todo se esté desmoronando, y las normas sean casi siempre más una defensa de vagos y maleantes que una garantía de justicia.
En vez de pocas y claras normas, aqui se legisla compulsiva, acumulativa, contradictoria, chapuceramente. Los derechos se adquieren y no son revisables; las administraciones (no importa dirigidas por qué partido) se meten a resolvernos todo, y todo lo convierten en problema del estado, exigiendo cada vez más recursos que consumen sin ninguna eficacia: nos prohiben fumar (pero nos venden tabaco), nos enseñan moral (pero se comportan inmoralmente), canastos, hasta quitan niños a padres porque estan muy gordos (luego resulta que se maltrata a los menores que están bajo su tutela en sus centros, aunque de eso no se puede hablar, por lo visto). También pretenden acabar con la violencia masculina (cargando a cualquier hombre con el principio de culpabilidad), y quieren retirar la religión de la vida pública para sustituirla por… la nada absoluta.
En definitiva, en todo se interviene, sin medida, y sin interés real, sino para acumular poder; para justificar el puesto y el impuesto.
Se legisla con blandura para la gran empresa de telefonía y bancos, que engaña, impone, abusa; y con ternura para los estafadores y prevaricadores. Se protege al delincuente antes que a la víctima, que se cruzará con su victimario muchos años en la calle tras cometer delitos notorios, y los verá finalmente absueltos por prescripciones y cosas así, por Tribunales Constitucionales extrañamente ausentes de las cosas importantes, o dirimiendo guerritas internas de sus amos, perdido y enterrado todo su prestigio, mientras Hacienda persigue sañudamente al empresario imprudente al que han ido mal las cosas, o la Tesorería de la S. Social embarga por miles de euros a autónomos que jamás podrán iniciar otro negocio, que siempre estarán inscritos como deudores.
Y esto después de quince años de crecimiento y de «España va bien» (¿les suena?). Después de los parpabienes del «somos un gran país».
No es Zapatero, no es Rajoy, es el país entero, estúpidos.
Un comentario
España es un país hecho a la medida de un presidente como el Sr. Zapatero, tiene de todo, desde una oposición que espera la prorroga y los penaltys esperando que ocurra lo inevitable, la caída del lunático ZP por puro desgaste y una sociedad sin la capacidad de reacción necesaria para levantarse y exigir que les gobiernen personas con un mínimo de rigor y credibilidad. Es impensable en un país como Francia, Alemania, Inglaterra, etc. tener un dirigente tan estrafalario y ocurrente como el que tenemos nosotros. Pero su frase » No es Zapatero, no es Rajoy, es el país entero, estúpidos», refleja a la perfección donde nos lleva el caínismo analfabeto y partidista, tenemos lo que merecemos, diré mas, hay tanto y tanto estúpido que no cabe ni uno mas, estamos hasta la bandera.