La versión original, en inglés, se publicó en el Mises Institute, el 3/10/18
[En octubre] fuimos testigos del horrible espectáculo de Nikki Haley, [la entonces embajadora estadounidense] en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sumándose a una protesta fuera del edificio de la ONU y llamando a los venezolanos a derrocar su gobierno.
«Vamos a luchar por Venezuela, vamos a continuar haciéndolo hasta que Maduro se vaya» gritó ella desde un megáfono.
Esta es la mentalidad neocon: que, de alguna manera, los Estados Unidos (EE.UU) tienen la autoridad de decirle al resto del mundo cómo vivir y cómo mantener el poder político independientemente de las elecciones.
Tras más de un año en el que Washington ha estado paralizado por las acusaciones sin evidencia de que los rusos habían influido en nuestro proceso electoral, tenemos un oficial senior de la administración de EE.UU llamando abiertamente a dar la vuelta a las elecciones en el extranjero.
Imagina que el asesor de seguridad nacional del presidente Putin hubiera cogido un megáfono en Nueva York y llamado a los estadounidenses a derrocar a su gobierno por la fuerza.
En la ONU, el presidente venezolano Nicolás Maduro acusó a la prensa occidental de elevar la crisis en su país para poner sobre la mesa una causa por otra «intervención humanitaria». Algunos podrían reírse ante esa declaración, pero la historia reciente demuestra que los intervencionistas mienten para emprender un cambio de régimen, y la prensa participa de las mentiras.
¿Recuerdas las mentiras según las cuales Gadafi le daba Viagra a sus tropas para ayudarles a ejecutar violaciones sexuales a lo largo de Libia? ¿Recuerdas a los «bebés sacados de las incubadoras» y los «laboratorios químicos móviles» en Irak? Juzgando en base al pasado, hay algo probablemente cierto en las declaraciones de Maduro.
Nosotros sabemos que el socialismo no funciona. Es un sistema económico basado en el uso de la fuerza más que en la libertad económica para elegir. Pero mientras que muchos americanos parecen estar en pánico respecto a los fallos del socialismo en Venezuela, no parecen estar del todo preocupados ante el hecho de que en casa Donald Trump haya firmado un proyecto de ley que ejecutaría un gasto masivo de 1’3 billones de dólares, lo cual supondría socialismo en una medida que los venezolanos nunca imaginarían. De hecho, ¡ese proyecto triplica el Producto Interior Bruto (PIB) de Venezuela!
¿Me perdí la protesta de los americanos ante este socialismo de Estado de bienestar y guerra?
¿Por qué todos los neocon e intervencionistas humanitarios se «preocupan» por la gente de Venezuela? Una prueba podría ser el hecho de que Venezuela parece tener las reservas petrolíferas más grandes del mundo. Incluso más que Arabia Saudí. Hay multitud de países persiguiendo estúpidas políticas económicas que resultan en mucho sufrimiento, pero Nikki y los neocons no están cuando viene la «preocupación» por esa gente. ¿Podría ser esto un poco sobre ese petróleo?
No te creas este interés fingido en ayudar a los venezolanos. Si de verdad Washington se precupara por los venezolanos no estaría tramando un cambio de régimen para el país, considerando que cada «liberación» del estilo en cualquier parte ha terminado con la gente en peor situación que antes.
No, si Washington -y el resto de nosotros- nos hubiéramos preocupado realmente por los venezolanos, habríamos exigido el fin de las terribles sanciones económicas de EE.UU al país -lo cual solamente empeora una mala situación- y apostado por mayor interacción y comercio. Y puede que incluso dando ejemplo, por oponernos al real y existente socialismo aquí existente antes de buscar monstruos socialistas a los que matar fuera de casa.
La imagen que ilustra el artículo se tomó del blog Democracy and Class Struggle