El «salvavidas» económico: ¿más estado y menos autonomías? ¿Fueros?

 

 

Vamos de sorpresa en sorpresa. Y de las grandes. Lo que parecía intocable y tabú en las Autonomías, hoy ya se pone en entredicho, aunque sólo sea por el gasto público y la competitividad. De nuevo D. José María Aznar. Sin embargo, sería mejor ir a las causas para no desperdiciar la gran ocasión de rectificar y de evitar nuevos males. Dejar las autonomías para volver a potenciar el Estado, no es un arreglo: es un error que reproducirá las tendencias insolidarias y secesionistas. Es más de lo mismo, según los carlistas. Una vez más, no está bien jugar a “salvadores” frente al gasto económico (que es lo único que preocupa a los líderes políticos) para no salvar nada y, además, para imposibilitar la verdadera solución que “el asunto” pide a gritos: los Fueros.

Se desea abrir un debate público. ¿Sobre qué?: 1º) Sobre las CC.AA. para  evitar el elevado coste económico que generan y mejorar su eficiencia. Queremos que España sea competitiva. 2º) Sobre su número, mientras CIU se pregunta qué vía ha seguido cada Comunidad para acceder a su respectivo Estatuto. 3º) Otros quieren poner techo al gasto y endeudamiento autonómico, pero sin modificar los errores básicos de las Autonomías. En realidad, este techo ya existe, pues Castilla-La Mancha y Murcia no pueden emitir deuda pública hasta no consolidarse fiscalmente. Dicho debate no va a la raíz.

¿Las causas del coste autonómico? Las CC.AA. han ahondado la crisis económica y la falta de competencia debido a: 1º) Transformar la suprema potestas en lo que es un  Estado mucho antes de 1978, convertir éste último en estatismo, y éste en burocracia controlada por el Partido en el poder o la partitocracia. 2º) El concepto jurídico de Autonomía, que implica una delegación del Estado. Así, se comprende el temor de Durán i Lleida a que el PSOE y el PP pacten “para que el Estado recupere competencias autonómicas”. Si las Autonomías son una delegación del Estado, y quieren ser mini Estados, concebido el Estado en clave estatista, de control, absorbente y como ente siempre en crecimiento, aquellas tenderán a reproducir en su territorio los caracteres del Estado. ¿Quién desea un Estado providencia y dirigista, centralista y uniformador, entrometido? ¿Y un mini Estado por autonómico que, por pillarnos cerca de él, agudice estos males?

La injerencia y control del Estado y de las Autonomías –sus delegadas-, sobre la sociedad, ha conllevado la desvertebración y paralización social, que la gente no pueda decidir sobre sus propios derechos, sobre lo que ella sabe y sus intereses más directos, y una desgana e inhibición social toda vez que las instituciones sociales hoy carecen de voz y voto en Parlamentos y Gobiernos, y, además, la partitocracia utiliza el voto que recibió en vez de servir a las personas.

Esta injerencia se ha querido justificar mediante una organización administrativa casi perfecta sobre el papel, que ha desembocado en la pérdida de derechos fundamentales y libertades, el anonimato administrativo, la multiplicación de ventanillas, el desorden, una mayor inutilidad burocrática, y la ruina por el excesivo gasto público. Para  competir y lograr más votos en las urnas, “¡Viva el gasto público, las obras faraónicas, los despilfarros, el enchufismo, y los cargos paniaguados!”. Todo al servicio del mito del progreso indefinido dirigido por un Estado sin rostro, y por los mini estados autonómicos, que “chupan” capital familiar, industrial y financiero, una vez que la manía del consumismo y “las hipotecas para todo” garantizan dicho capital… al servicio de poltronas y emolumentos.  Si algo dijera de esto la “oposición” partitocrática,  ¿por qué no lo dijo antes? Y si ahora “van de buenos”, se equivocan de nuevo: ¿por qué?

Para salir del hoyo así como por un “buen hacer”, defendemos la recuperación del principio Foral. En él: 1º)  La suprema potestas (que no es “eso que llaman Estado”) reconoce a cada Región o Comunidad derechos propios y anteriores al poder civil supremo. 2º) El principio de subsidiariedad se aplica a todos los ámbitos: personal y familiar, las instituciones sociales, lo municipios, la propia Comunidad y el poder civil supremo. Este principio dice: lo que sea de mi competencia y pueda yo hacer, que me dejen hacerlo libremente. Si quiero hacerlo y no puedo por falta de medios, que la instancia superior me ayude  (pero sin pasar factura), y, sólo si debo hacer y no hago, que dicha instancia me sustituya de ser necesario. 3º) Las instituciones sociales (cuerpos intermedios) tendrán representación política, con mandato imperativo y juicio de residencia. 4º) Se debieran potenciar los Ayuntamiento y Diputaciones Forales (Fueros para todos), lejos de los intentos secesionistas que de por sí siempre son estatistas. El liberalismo, por estatista, trajo el secesionismo nacionalista, por lo mismo que el nacionalismo es un hechura liberal y de sus derivados. De nada servirá volver a los orígenes del mal como  dialéctica viciada

En conclusión: defendemos más sociedad (libertades, Derecho Privado, instituciones libres y despolitizadas, sana competencia, y verdadera representación política) y menos Estado o mini Estados con carácter delegado. Ni los navarros ni nadie deben confundir los Fueros con las Autonomías, lo que si de palabra no ocurre en Navarra, sí ocurre con los hechos. En Navarra se han cargado los Fueros, que debieran protegernos frente al estatismo del Parlamento navarro y su Gobierno, y o bien del  absolutismo de Estado, que se considera el origen de todas las jurisdicciones (incluso de los padres, EpC) y de todos los poderes.

En suma, lo que tienen de malo las Autonomías es su imitación al Estado y, el Estado, la “soberanía” que dice tener, su absolutismo, su excesiva burocracia y gasto público, y, en España, también su inepcia. Gizartea, bere kabuz, asko du esateko. Foru ideia jarraituz, burujabetasunari eutsiko dio. La sociedad tiene mucho que decir sobre sí misma y es capaz de autogobernarse desarrollando el principio Foral.

 

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