Por cuanto y en tanto que España ostenta la «presidencia rotativa» de la Unión Europea de Repúblicas Socialistas Soviéticas (UERSS), el Consejo Europeo celebró una cumbre, con representantes de los distintos Estados-miembro. Esta se celebró, el 6 de octubre, en la otrora ciudad nazarí de Granada.
Por cuanto y en tanto no hubo ningún altercado de seguridad (más allá de alguna reacción callejera de protesta que no fue violenta) sino mucho empleo de vehículos privados no necesariamente híbridos, disfrutes turísticos e ingesta de platos de comida bastante exclusivos (a saber si alguno que otro incluía más carne animal no sintética de la cuenta), hay quien se emociona.
No me refiero a la persona inocente que quiere que su país sea apreciado en el mundo. Me refiero a la prensa ideológica y política, que aprovechó para decir que «España era anfitriona de éxito«. Y no, no lo dijeron por la amabilidad de nuestras gentes. Tampoco por la innegable riqueza gastronómica y vinícola de la que podemos disfrutar.
Se trataba de una generación de contenidos adicionales para lavar la imagen de un gobierno nacional que destaca por su mala acción y por su desprecio hacia los españoles y las libertades concretas de los mismos. Sí, tal cual. La propaganda es clave en cualquier proyecto político.
Además, esto les está sirviendo para insistir en que España está gozando de «mayor respeto y reconocimiento» desde que gobierna un Pedro Sánchez que, siendo justos y sinceros, no parece desconocer la lengua inglesa, que es el estándar común espontáneo, en estos momentos, para las comunicaciones internacionales.
Te venden que Pedro Sánchez no es recibido con malos ojos en Bruselas. No es muy incierto. Desde hace años, la sintonía entre la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, y el «mandatario» español, es bastante notoria. No es nada ni exclusivamente personal ni exclusivamente político.
Se suele insistir en que la dirigente alemana fue ministra y vicepresidenta de la Unión Cristianodemócrata Alemana (CDU), en los tiempos de Angela Merkel. La CDU, como sabemos, es miembro del Partido Popular Europeo (PPE), del mismo grupo al que el PP español pertenece.
Hay quienes intentan vender también que es el político europeo que más está haciendo por la paz en Ucrania, de una manera aparente y estéticamente mesiánica. En más de una ocasión se ha reunido, de una manera bastante jovial y distendida, con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski.
Una vez más, alguien puede decir que, pese a ser relegado a una parcelilla de la Casa Blanca, el presidente español tiene suficiente reconocimiento internacional. Pero lo que pasa es que se pretende que las mentes más desinformadas confundan el prestigio con el alineamiento de malos objetivos ideológicos.
Von Der Leyen es una firme partidaria de una hipercentralización eurosoviética que utilice la «religión climática» como excusa para una nueva planificación económica. Del mismo modo, tampoco le parece mal corromper la sociedad orgánica mediante la ideología de género y erosionar las tradiciones cristianas al abrir la puerta a la invasión migratoria musulmana.
Volodimir Zelenski no deja de ser un cómico que actúa como títere del establishment woke. Pese a la situación, no se duda en buscar nicho alguno para avanzar en la agenda cultural revolucionaria. Luego, sin ánimo alguno de justificar a Putin (lo post-soviético es muy deplorable), hay que decir que sigue intereses corporativistas del Deep State de los Estados Unidos.
Mientras, Pedro Sánchez, más allá de desear el poder, a toda costa, de una manera ególatra, tiene unos criterios ideológicos muy subversivos. Los fundamentos del pensamiento político de Pedro Sánchez, más allá de basarse en la mentira y en la contradicción, responden a propósitos anticrísticos, amorales, relativistas y dirigistas en el peor sentido de la palabra.
La Agenda 2030, que es un decálogo disfrazado y cosmético de medidas de planificación y exterminio poblacional, cuenta con el firme aval de la Moncloa. Luego, en materia migratoria, ya se sabe que no se tiene reparo en mantener la puerta abierta al musulmán e incompatible Norte de África (fundamentado en la sumisión e incapaz de adaptarse en Europa, salvo honrosas excepciones).
La censura ideológica en base al revisionismo histórico y la dictadura de género también será potenciada por estos gabinetes liberticidas. De igual modo, poniendo en peligro a quienes oran por el Bien o cumplen con su deber moral de objetar, se avanza en la cultura de la muerte. La eutanasia ya es legal, no sabiendo aún si ocurrirá lo mismo con el infanticidio. Sobre el aborto, ya sabemos todos.
Con lo cual, es lógico que entre progres liberticidas y problemáticos haya buena sintonía. Esto nos recuerda además que ciertas críticas hacia Hungría no son por el Estado de Derecho (abstracción liberal clásica) sino el pretexto para intentar frenar la resistencia a la destrucción del marxismo cultural, del criterio de las open borders. No hay nada que aplaudir, sino mucho que reprobar.