El aborto, la ley, la objeción de conciencia y el ciudadano robot

 

La ley se ha convertido en el último referente de estos tiempos confusos, el aborto es tan sólo un ejemplo y me centraré en él en este artículo ¿Cuándo comienza la vida humana? Cuando lo dice la ley. ¿Cuándo dice la ley que somos personas? A las 24 horas de haber nacido según el código civil. ¿Por qué se puede abortar? Porque lo permite la ley en los plazos que establece la ley ¿Por qué según la Constitución se puede objetar legalmente al servicio militar, que ya no existe, y no al aborto que era ilegal cuando se aprobó la Constitución? Es lo que dice la ley. ¿Y por qué hay que cumplir las leyes? Porque son democráticas. El que no cumple las leyes no es un demócrata. 

El problema con la ley es cuando la ley es ridícula, o cuando el legalismo nos lleva al ridículo, o directamente al fanatismo. Porque vamos a ver, el ser humano es anterior a la ley. Y el momento en que comienza una vida humana es un hecho objetivo, universal, anterior a la ley e independiente de la ley. Por tanto, cuando redactamos una ley estableciendo cuándo empieza la vida humana tenemos dos opciones: hacer que el momento que establece la ley como principio coincida con el momento en que realmente comienza la vida humana o crear una ley ridícula y fuera de la realidad.

Si además esa ley trata de establecer un plazo fuera del cual puede no respetarse la vida humana, correremos dos peligros: o permitir legalmente que se mate a seres humanos inocentes, o ser indiferentes a si lo que matamos es o no un ser humano. ¿Qué clase de ley permitiría una cosa así o sería indiferente a la otra?

Naturalmente una ley puede decir una cosa y luego la contraria, o cosas distintas en lugares distintos. No sé si de dan ustedes cuenta, pero el error de principio en todo esto estriba en pensar que lo objetivo es la ley, en vez de la realidad. Hay muchas personas que parecen creer esto a pies juntillas por más que resulte ridículo. Por eso en su visión de las cosas no cabe el concepto de ley injusta, porque lo justo es lo que dice la ley en vez de la ley reflejar lo justo.

Concluyo con una pequeña reflexión sobre los que, ante el aborto, niegan a los médicos la objeción de conciencia. Siguiendo su misma lógica, implícitamente están reconociendo que si una ley les obligara a matar a alguien, aunque creyeran que se trata de un crimen, ellos lo harían sin titubeos. La pregunta es cuándo se convirtieron en robots y dejaron de comportarse como seres humanos. Al pensar como robots, su siguiente contestación es que si dejas de cumplir una ley tienes que dejar de cumplirlas todas ¿Y para qué sirve la objeción entonces? Pues precisamente para permitir que alguien, en un determinado momento y no con carácter general, pueda legalmente dejar de hacer lo que la ley le impone. ¿Y esto cómo es posible? Pues porque a diferencia de los robots, los humanos somos listos.

 

 

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