Chus Villarroel, apóstol de la gratuidad.

Hoy ha fallecido Chus Villarroel. Un chico de Tejerina en la montaña de León, sacerdote dominico, miembro del grupo Maranathá de la renovación carismática, predicador incansable en internet,  más de veinte libros publicados, un pecador salvado por la gracia de Cristo y además y sobre todo un apóstol de la gratuidad.
Ha sido el cáncer a sus 87 quien le ha acercado a los brazos del Padre. Todavía predicó vía zoom este 11 de agosto con su vigor, clarividencia y sencillez de siempre.
Cada uno tendrá su experiencia personal, mucho más extensa e intensa que la mía y muchos glosarán su relevancia como “doctor de la gratuidad“,  pero en la vida en el Espíritu prima el testimonio y el compartir lo que cada uno ha vivido y  puedo decir que tuve el privilegio inmerecido (y gratuito como diría Chus) de haber sido su amigo estos últimos tres años. Solamente tengo palabras de agradecimiento.
Hace cinco años cayó en mis manos un primer libro suyo. Como aspirante a jefe de sanedrín solo leí la introducción, donde entendí o deduje que para él no era importante llevar hábito. No seguí leyendo, y me pareció causa suficiente para juzgar como de dudosa ortodoxia a su autor, porque como aquellos fariseos, la ley y la norma era más importante que la unción y la experiencia personal del amor de Dios. 
Sin embargo acabé leyendo los libros donde resaltaba una y otra vez de mil modos y maneras una rescatada teología de la gratuidad frente a la teología de la retribución tan omnipresente en el pueblo fiel durante siglos. Y es como si la tensión teológica no resuelta que genera la ley y la retribución fuera envuelta en un embriagador aroma sin aristas ni estrías.
  Aún recuerdo la alegría con que recibió Chus en el ocaso de su vida terrena las palabras del Papa diciendo que la teología de la gratuidad es la única verdadera. No es que  personalmente necesitase que el primo de zumosol reforzara su experiencia vital pero fue un regalo llegar a vivirlo. Al menos ya no me pueden llamar hereje decía entre risas.
Paradójicamente pude tener un trato personal con el chico de Tejerina gracias a la pandemia.  Desde que nos levantaron el arresto domiciliario, Chus aceptó la propuesta de sacarle a comer. Al principio de manera clandestina, le recogía en su parroquia e íbamos a alguna terraza donde hubiera vino de El Bierzo. Y digo comidas clandestinas porque tenía que decir a su comunidad que se iba a consultas para que no sufrieran tensiones innecesarias y  sin dejarse llevar por el excesivo ambiente de temor. En As Pedrinas Novas en los límites de su antigua parroquia hablábamos de gratuidad, pelagianismo, de lo humano y lo divino. La última comida fue el pasado mayo y le llevamos todos los libros que teníamos -cerca de veinte-  y fue firmando uno a uno ante la estupefacta mirada del dueño del restaurante -viejo conocido de Chus- que no sabía que escribía libros.  -¿y todos son de religión?- le dijo el tabernero, -¿siendo cura de qué crees que pueden ser?- dijo con gracia y salero mientras le prometía regalarle uno dedicado la próxima vez.
Aunque le pedí consejo espiritual me dijo que éramos amigos,  y que podíamos hablar cuando quisiera pero que no podía comprometerse a una regularidad por su estado de salud. Le envíe algún artículo antes de publicar sobre la vida en el espíritu y  sin entrar en nada concreto me animó a escribir. Insistió en que para quien se sintiera llamado era importante la predicación oral y la escrita.
En todo nuestro entorno más cercano ha llegado a nuestros corazones. Su sencillez, su naturalidad, su libertad interior. Una fe viva que libera cadenas y no echa pesadas cargas en nuestros hombros pero que nos hace querer más de ese amor de Cristo. Nunca antes habíamos compartido con tanto entusiasmo enlaces de homilías en youtube por whats, -¿has escuchado la última homilía de Chus- nos pasábamos en grupos y a personas amigas, vivieran o no la vida en el Espíritu. Compartiendo también los pdf´s de alguno de sus libros como “teología de la renovación carismática” y “relatos de gratuidad“.
 Recuerdo como le invitamos a nuestro grupo de alabanza que llevábamos solo dos meses y aceptó sin dudarlo. Así era él, siempre dispuesto a predicar y alabar. Ahora podrá gozar de la alabanza en vivo y en directo, sin cámaras ni zooms ni aplicaciones, de tú a tú. Alabanza por siempre. 
  • La foto que acompaña el artículo era la que tenía Chus en su perfil de whats. Siempre me quedé con ganas de preguntarle que significaba. Esperaremos 🙂
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