La Navidad es un tiempo de contrastes en muchos aspectos. Un tiempo donde se intercala la tradición espiritual con la modernidad consumista propia de los regalos de estas fechas. Este año, en plena crisis económica, los comerciantes de nuestra comunidad esperan que el mes de diciembre se convierta en una buena oportunidad para aumentar clientes. Por otra parte, la Navidad es un tiempo para la familia, sin embargo, son muchos los mendigos que piden limosna en la puerta de una iglesia y celebran los días al amparo del frío. Un frío que contrasta con la calidez del hogar que simboliza la alegría de aquellos que están y la nostalgia por aquellos que ya se fueron.
La Navidad es un tiempo de celebración, incluso, las calles se visten de fiesta con los adornos típicos de este tiempo. Y las iglesias y las diferentes instituciones acogen belenes que muestran la creatividad y el arte que existe en nuestras ciudades. Sin embargo, la Navidad no sólo puede ser un tiempo de celebración sino también una oportunidad para la reflexión. Conviene hacer balance del año que termina para enfrentar de manera más adecuada el año que comienza.
Esperemos que el 2010 traiga nuevas oportunidades de empleo a los ciudadanos y genere nuevas esperanzas en un futuro más óptimo puesto que todo ser humano necesita un soporte económico para poder desarrollarse plenamente en todos los aspectos.