Con náuseas, pero sin perder la esperanza

Hoy en España sentimos asco. Nos acabamos de convertir en un país con mayoría de políticos asesinos. ¿Cómo vamos a confiar de ahora en adelante en que sean capaces de gestionar con justicia cualquier aspecto referido a la vida, si niegan la vida misma? Han perdido la legitimidad (si alguna vez la tuvieron) . ¡Que se vayan! No tengo palabras para expresar toda la repugnancia que se puede llegar a sentir en un día como hoy, en el que matar al hijo se convierte en un derecho.

La foto de las ministras abrazadas y riendo, hace daño. Mucho daño. ¿De qué se ríen las insensatas? Se ríen de ti y de mí. De los millones de españoles que han salido a la calle al grito de «vida sí» (este gobierno que no gobierna, de espaldas a la sociedad). Se ríen del millón de firmas presentado pidiendo la retirada de la ley. Se ríen de ti, padre de hija de 16 años, a quién aíslan de su familia. Se ríen de tí joven embarazada que te dejan sola frente al embarazo como si no te hubiese embarazado un hombre, mientras se les llena la boca con palabras como «corresponsabilidad del varón», ¡hipócritas! Se ríen de las conciencias de los profesionales de la salud, se ríen de los centros educativos y universidades a los que con su talante tolerante esta ley obliga a enseñar sus principios de muerte. Se ríen de los padres a quiénes no les respetan su derecho a educar a sus hijos según sus convicciones y obligan con esta ley a trasmitir la ideología de género. Se ríen de todos los futuros españoles concebidos y aun no nacidos pues su suerte dependerá de la voluntad del más fuerte. Se ríen de la justicia, se ríen del derecho Ni se os ocurra pensar que desde vuestro poder nos vais a machacar. Quedarán vidas por el camino, quedarán carreras profesionales truncadas por negarse a participar en el infanticidio. Quedarán cicatrices de mujeres solas y defraudadas, quedará España herida, pero todo ello serán sangre y heridas que darán nuevos frutos de vida. No nos moveréis de nuestras convicciones, ni vais a hacer que la ciencia niegue la realidad. No vais a conseguir que caigamos en la tristeza y en la desesperanza. Hoy es un buen día para que una vez que se nos haya pasado la náusea retomemos la lucha por la vida, la ilusión por la vida, la participación social y el valor de la conciencia.

Ni un paso atrás.

 

 

 

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CLAVES EN OPINIÓN

Un comentario

  1. Yo estoy contra esa ley. Detesto la laxitud moral que supone; la falta de respeto por la vida humana, detesto la imposición de una ley tan cruel para tantas personas, y sobre todo, para la conciencia de mucha gente; pero sobre todo, detesto la pereza, la (in)moralidad informe de la gran mayoría de la población, la falta de criterio, la ignorancia de nuestro pueblo.

    Pero no es un asesinato. Las palabras son importantes. Un gobernante no es un asesino por mandar tropas a una guerra, aunque sea injusta; un conductor no es un asesino aunque mate por descuido a un peatón; el profesor que por descuido pierde a un alumno durante una excursión, no es un asesino; el político que condena tibiamente un crimen «político» no es igual que el que aprieta el gatillo. El obispo que no actua en via penal contra un sacerdote pederasta no es un asesino, ni un violador, el politico que vota una ley que aumenta las posibilidades incontroladas para abortar NO es un asesino. Todos ellos tienen graves responsabilidades, pero NO son criminales.

    No nos subamos al palito de la indignación: tenemos que convivir con otros que no tienen (por desgracia) nuestro criterio moral, incluso que no tienen ningún criterio moral. Mañana, el dinosaurio estará allí, aunque hoy nos desmayemos. Tenemos que protestar, tenemos que movilizarnos, y mejorar el fundamento moral de nuestra gente, de nuestro país. Y creo que el mejor medio no es la oposición directa que llama al otro asesino (y le niega la dignidad, claro, porque un asesino es un criminal con el que no es preciso dialogar, ni menos aún respetar como interlocutor de nada), sino la firme, tenaz, clara defensa de la dignidad humana.

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