Con la ley del embudo se entiende todo en la política española y en la política navarra. La parte más ancha, para mí y mi partido, y la más estrecha, para el adversario, que suele ser el enemigo.
El consejero del Cuatripartito más “davualado” de todos, el guipuzcoano Sr. Ayerdi, estuvo muchos días diciéndonos por la parte más ancha del embudo, convertido en corneta, que iban a emprender las obras de los túneles de Belate para que cumplieran por fin con la normativa de seguridad que exige la Unión Europea, tras la desatentada construcción realizada por el Gobierno anterior de la derecha.
Una vez terminadas las costosas obras (5 millones de euros), nos enteramos de que, dentro de cuatro meses, los mismos túneles no cumplirán la entonces vigente normativa europea. Al “davaluado” e imprevisor consejero se le “olvidó” decirnos a tiempo que no había dinero para más, y ahora tiene que decírselo a la UE por la parte más estrecha del embudo.
Pero se le olvidará decirle, por cualquiera de las salidas del embudo, que el dinero que se necesitaba en una obra de tal envergadura se dilapidó en cambios de letreros e inscripciones para que el vascuence prevaleciera sobre el castellano en toda Navarra, hasta llegar al ridículo de cambiar el título del Museo de Navarra por “Museoa”. Y en otras demagogias etnoculturales…