Imaginad un joven occidental que viene aquí, se hace explosionar en medio de una de nuestras plazas públicas en el nombre del cristianismo. Imagina que dos rascacielos son destruidos en una capital árabe y que un grupo extremista cristiano, en virtud de antiguos preceptos, reivindica este acto. Imagina que todo debe estar bajo las reglas del cristianismo, según su interpretación con el fin de vivir como en tiempos de Jesús y sus discípulos, y con el fin de aplicar ciertos edictos de un erudito cristiano.
Imaginad que atendiendo a las voces de monjes y sacerdotes, en las iglesias y de las salas de oración, en el interior del mundo árabe, gritando sin sentido contra los musulmanes, calificándolos de infieles, y gritando: “Dios, elimina a los musulmanes y golpéalos a todos”.
Imaginad que nosotros hayamos regularizado a un gran número de extranjeros, dándoles visados, carnés de identidad, una nacionalidad, buenos empleos, educación gratuita, seguridad social y sanidad gratuita, etc. Y que más tarde un miembro de una de esas comunidades salga, cegado por el odio y la sed de sangre, a matar a nuestros hijos en nuestras calles, nuestros edificios, nuestras redacciones, nuestras mezquitas y escuelas.
Imaginad a un francés o alemán en París o Berlín disparando a su vecino musulmán con el fin de matarle, y después congelar fríamente su cabeza, como un terrorista hizo con la cabeza de un estadounidense hace algunos años en Riad.
Imaginad que visitamos sus países como turistas y que nos disparan, hacen explotar coches a nuestro lado y nos hacen conocer su oposición a nuestra presencia cantando: “Expulsad a los musulmanes de nuestro país y nuestra cultura”.
Estas imágenes son impensables para el terrorista árabe o musulmán porque él tiene la certeza, o tenía la certeza, de que Occidente es una tierra de humanismo y que un ciudadano occidental rehusará responder de esta manera a los crímenes bárbaros de los terroristas musulmanes. Pese a los actos de terrorismo de Al-Qaeda y de Estado Islámico, nosotros, los musulmanes, vivimos en tierras occidentales desde hace años sin miedo ni inquietud. Millones de turistas musulmanes, inmigrantes, estudiantes y buscadores de trabajo, van a los países occidentales, donde las puertas les son abiertas y las calles sin peligro.
¿Durante cuánto tiempo todavía? Hoy en día las cosas están cambiando. La cólera de los países de Occidente contra los musulmanes es evidente, y sus responsables hacen declaraciones impactantes, como Donald Trump, que reclama la prohibición de entrada de musulmanes en los USA.
Es extraño que nosotros los musulmanes nos permitamos condenar estas declaraciones mientras que rehusamos tratar las causas, y principalmente la implicación de extremistas en nuestros programas políticos, nuestra educación, nuestros regímenes, sin vergüenza.
Es extraño que nosotros condenemos a Occidente sin querer barrer delante de nuestra puerta, sin ver la forma extremista con la que nosotros interpretamos la sharia, sin ver nuestros comportamientos profundamente reaccionarios a través del mundo.
Es extraños que nosotros condenemos al mundo entero en vez de presentarles nuestras disculpas.
¿Cómo reaccionaríais si un europeo vuela un teatro en vuestra ciudad, o un café que vuestros hijos frecuentan? ¿Qué haríais si escucharais las críticas violentas contra vuestra religión, contra vuestra fe, todos los domingos, como los cristianos la escuchan emanadas de nuestros imanes los viernes y todos los días?
Imaginad que vivís en Amsterdam, Londres o Nueva York, y sabéis que los estudiantes aprenden durante sus cursos que vosotros sois unos infieles y que mataros y haceros una guerra santa os permitirá obtener vírgenes en el paraíso. ¿Esperaríais al verano? ¿O partiríais ya? ¿Os haríais explotar como lo hacen los terroristas musulmanes u os contentaríais en contener vuestra cólera y prohibir a los cristianos entrar en los países arabes?. ¿Que haríais vosotros?
Imaginad la guerra que puede declararse si los occidentales olvidan los valores para vengar los crímenes cometidos por los extranjeros, y si un contra-radicalismo cristiano u occidental se desarrolla en nuestras ciudades árabes?
Hoy día, con todo lo que está pasando, ciertos “especialistas” del mundo árabe, lanzan un mensaje patético, y constantemente repiten la misma cosa una y otra vez a sus oyentes: “los musulmanes que han cometido estos actos terroristas no representan al Islam, solo a ellos mismos”.
Es la única cosa que sabemos hacer: nos escapamos de toda culpabilidad
Nadine Al Bedair periodista saudí, publicado en diciembre de 2015 en el periódico kuwaiti Al-Rai.