Hasta 1530 nuestra sexta merindad era la de Ultrapuertos. Desde entonces y hasta los tiempos revolucionarios del presunto amejoramiento de 1982 el reino de Navarra estuvo comarcalizado en cinco unidades territoriales: Pamplona, Tafalla, Estella, Sangüesa y Tudela. Eran entidades asumidas y queridas. No implicaban, como los inventos políticos modernos, ningún agobio burocrático especial. Estaban ahí, para lo que fuera menester. Ultimamente cumplían una función electoral y poco más. Pero estaban ahí. Y mira por dónde ahora podrían volver a resucitar en forma de Mancomunidad de servicios. ¿Por qué no?
El nuevo plan territorial del Gobierno de Navarra, azuzado por la crisis -o sea, por el sentido común que vuelve por sus fueros nunca mejor dicho-, recomienda la concentración de entes administrativos en seis grandes mancomunidades municipales. Les llaman mancomunidades pero bien pudieran rescatar para el invento el término tradicional: Merindad. ¿Por qué no?
Sobre el mapa se observa no obstante una novedad y es que la antigua Merindad/Mancomunidad de Pamplona quedaría desgajada en Pamplona y comarca por un lado, y Bidasoa-Sakana por otro. Parece lógico dar respuesta de esta forma a la desproporción que supone la Pamplona actual en un mapa que tradicionalmente estuvo mucho más equilibrado.
Solo espero que todo esto sea de verdad una simplificación al servicio de los ayuntamientos. Estamos listos como lo que estén tramando sea crear una nueva estructura sometida a la partitocracia.
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