Hay días más o menos otoñales en los que uno desea restablecer la confianza perdida con el género humano. No es cierto que todo el mundo se dedique a piratear, a organizar grupos terroristas, a legislar contra la vida, a arruinar la economía o a dividir naciones centenarias. También hay, y más a estas alturas del año, gentes buenas que se esfuerzan por preparar como Dios manda la Navidad. Los belenistas, por ejemplo, o los párrocos, o los cantores de villancicos que ya empiezan a afinar la guitarra. También incluso los comerciantes que no se limitan a poner un escaparate políticamente correcto. Y todos aquellos, en fin, que están pensando en algo especial para los días navideños, una fiesta, unos regalos, una cesta de turrones, una celebración. Tal vez hasta una campaña especialmente solidaria. O simplemente más luz en las calles. A todos ellos gracias por hacer del mundo un planeta más habitable.
Jerónimo Erro