… ciudad de Pamplona. Aunque para mí que la auténtica cultura exige discreción, porque si se pregona demasiado se convierte en pedantería. Y creanme, soy columnista, se de lo que hablo. El caso es que en los tiempos del antiguo régimen teníamos los «títulos» que por mucho menos dinero hacían un gran papel para recordar a los ciudadanos las glorias del pasado a lo largo de unos cuantos siglos. Pero claro, me temo que no ha sido una cuestión de orgullico hidalgo lo que se ha puesto estos últimos meses en juego sino que -según nos cuentan los contables- al perder la capitalidad dejaremos de ganar muchos euritos. O sea, que esto de la capitalidad cultural europea más que un sorteo era una lotería. Ya me parecía a mí extraño que hubiera tantos concurrentes y tan cultos todos ellos. Era una lotería. Dependía de la suerte caprichosa. No le demos más vueltas al asunto y disfrutemos de todas las cosas bonitas que nos ha preparado el Ayuntamiento. Aunque a lo mejor el problema ha sido ese, que lo que se programa desde arriba no es cultura sino gestión cultural. Que no es exactamente lo mismo.
Jerónimo Erro