No voy a decir nada del alcalde de Pamplona. Que bastante trabajo tiene el pobre. Pienso ahora en el castillo de Maya, Baztán, Navarra, España, escenario de un episodio familiar de los navarros que en mala hora se ha visto adulterado por el nacionalismo vasquista. Empezaron los de Zabaleta con la apropiación indebida del nombre santo de Aralar. Ahora llamar «Maya» -o Amaiur, que es lo mismo- a las candidaturas postbatasunas resulta tan antihistórico como un centurión con reloj de pulsera. Aquello que pasó en Baztán en 1522 es un asunto interno de Navarra y los navarros. Es absurdo y anacrónico, que se convierta en un símbolo vasquista o «pan-vasquista» porque ni los doscientos últimos defensores de Enrique II de Navarra guardaban aquel castillo por ser vascos, ni los 10.000 atacantes lo eran por estar en el bando beamontés. Tampoco entonces, ni unos ni otros, pensaban en términos ideológicamente correctos como progresismo, feminismo, antimilitarismo, nacionalismo, etc. Todo eso son patrañas postmodernas, caldos de cultivo mental que suponen una burda adulteración de la realidad histórica del siglo XVI. No se por qué tengo la intuición de que les va a salir «el tiro por la culata». Ensuciar de esta forma el nombre de Amaiur es imposible que salga bien. No es bueno para nadie. Y para ellos tampoco, ya lo verán.
Un comentario
Lo tenemos bien merecido que los separatistas vascos quieran apropiarse de Maya tergiversando la historia. Los gobiernos de UPN y de PSN no han hecho nada desde la Transición para incentivar al pueblo navarro para que conozca mejor su historia. Los separatistas lo saben y se aprovechan de ello, como ahora con el caso de Maya. Lo tenemos bien merecido. Claro, si Miguel Sanz o Yolanda Barcina han llegado a donde han llegado sin conocer la historia de Navarra, ¿por qué molestarse en que la conozca el pueblo?.