La única alternativa que se nos está vendiendo como posible para sostener lo insostenible es la huida hacia el estatalismo y la tiranía. Los famosos recortes que tanto cabrean a los ideólogos superficiales de la izquierda superficial no suponen mas que hacer menos cosas, pagar menos, tal vez derrochar menos. Pero aún nadie se ha planteado en serio un recorte en las estructuras centrípetas del poder. Hasta ahora todas las pérdidas de poder, de soberanía o como se quiera llamar han sido por elevación, de forma que ese monstruo llamado Europa se hincha como un globo y es por eso que sufre, no porque pierda fuelle. El sistema se tambalea, pero no da ni un paso atrás. Hace menos cosas pero sigue haciendo más y más leyes. Se debilita y se crece al mismo tiempo. Se vuelve de esta forma muy peligroso pero no deja de ser un gigante con los pies de barro. Así que ya veremos quién ríe el último. Porque pudiera ser que el recorte se convirtiera en un despiece generalizado y que la moda de los peajes se extendiera a los ámbitos regionales e incluso locales de la vida social y económica. Pudiera ser que la caída del Imperio diera paso a la hermosura de lo pequeño. Y si esto llegara a ser posible Navarra sería un escenario ideal para experimentarlo. Quién sabe, puede que si se hace con cierto orden, o sea, aniquilando el relativismo que todo lo pudre, llegue incluso a ser divertido.