Es lo que pasa cuando no se cree en la vida eterna. Que cuesta creer incluso en la futura, en la de los descendientes, en la de los propios hijos y hasta en la del adversario político. El que venga detrás que arree ¿no?. Y que cargue con la deuda que le dejo si puede. Endeudarse a título particular o familiar es arriesgado pero hacerlo en nombre de tu pueblo o de tu país puede resultar temerario y un crimen de lesa patria. Especialmente cuando se ha hecho sin garantías, sin consenso, de forma partidista y apresurada. Algunos parece que se dan cuenta del asunto ahora que llega la cuesta arriba. ¿Por qué no lo pensaron antes? ¿Por qué no hicieron caso de las voces sabias que pedían contención y realismo? Supongo que siempre se está a tiempo de algo. Al menos a tiempo de evitar que llegue hasta los biznietos el estigma del viejo derrochón, aquel egoísta que se comió nuestros recursos y esclavizó a sus propios hijos.