El hecho de que un matón lleve mucho tiempo siéndolo no le puede otorgar ningún derecho sobre los demás. Ni siquiera el derecho a que nos alegremos más de su desaparición que si se tratara de un terrorismo de reciente invención. Así que alegrías las justas y nada de brindis hasta que no se demuestre que el bicho está bien matado y rematado. Por el contrario, más que celebrar habrá que lamentar que en esta larguísima agonía -con el dolor de las víctimas como tétrico telón de fondo- y conforme se pudre el viejo dragón irán prescribiendo, penal y políticamente, muchos tejemanejes ignotos que hoy apenas intuimos. Las cloacas del estado, los procesos largos y difíciles, las conversaciones que ahora cuenta Imaz, las contaminaciones mafioso-políticas que a lo largo de varias décadas tanto daño han hecho en la vida social del pueblo vascongado, del navarro y de todo el español no están todas, ni mucho menos, en las hemerotecas. ¿Lo veremos salir todo ello a la luz? Detrás de las cifras de muertos y de los resultados electorales existe una historia oculta que va más allá de los GAL y mister X, más allá de la sibilina diplomacia franco-española, más allá de treguas-trampa o de todos los intentos que se han hecho por mantener varios alcaldes nacional-socialistas. Así que esperemos que surjan amantes de la verdad dispuestos a contarlo todo, caiga quien caiga. Si pudiera existir alguna vez tal libro sería de todo menos aburrido.
Jerónimo Erro
Un comentario
D. Jerónimo tiene usted toda la razón. Y efectivamente es un gran paso adelante si estos tipejos desaparecen. Pero desaparecerán (o no) los de las pistolas y los del tiro en la nuca. Pero ¿y cómo corregimos a la sociedad?. ¿Cómo cambiamos a los chicos del forro polar?. ¿Cómo quitamos el odio a lo español?. ¿Cómo hacemos para que en las Ikastolas se cuente la verdad?. ¿Cómo se cura eso?.